“MI PAPA VOLÓ COMO FILLOL”
Ni siquiera Ubaldo Matildo Fillol, tu querido arquero de
River, volaba como aquella mañana volaste vos.
Era 1973. Yo salía del Jardín de las Hermanas Vicentinas
y te vi parado en la vereda del Club Barrio Ardiles. Te vi y con mi
atolondramiento de 5 años salí corriendo hacia tus brazos, justo cuando un auto
bajaba rápido por la Hipólito Yrigoyen. Entonces vos volaste…. Volaste por
delante del auto, me agarraste del pintor azul a cuadros y me tiraste a la
cuneta….
Me salvaste la vida! Como para completar el cuadro del
héroe, una rodilla tuya quedó sangrando. “Mi papá me salvó la vida” presumiría
yo durante todo el año, que entonces era muchísimo tiempo.
Por alguna razón vos ya eras mi héroe, pero en aquel
mediodía te di el diploma final.
Fuiste mí único papá y fui tu único hijo varón. Y fuimos
muy compañeros hasta el final de tus días. Yo me las arreglaba para ir a la
viña a llevarte alguna merienda, y de paso ondeaba o me bañaba en las acequias.
Una vez rompí el termo con el café en el camino, y vos eras tan buen tipo que
no me dijiste nada.
Después te acompañaba al hipódromo, a la cancha, al campo
con el Tío Velo, que era como tu viejo y como mi abuelo. Te bancaste hasta con
respeto que yo me hiciera de Boca.
Cuando fui más grande me olvidé de que eras mi héroe, y
empezamos a discutir con mucha frecuencia por cualquier sonsera. Igual te seguí
acompañando, porque aunque sea discutiendo yo me nutría de vos.
Pasaron los años. Cerró la bodega y te quedaste
desocupado. La vieja no dio más y se fue al cielo de tanto luchar, y sufriste
el zarpazo de quedarte sin ella.
Yo me hice padre. Tuve la dicha de verte jugar con mi
hijo mayor. Y entonces fuiste vos quien empezó a acompañarme. Me acompañabas a
hacer notas, a cubrir sucesos o a leer algún poema. Te conocieron y te
disfrutaron también mis amigos, porque ellos son en parte mis hermanos.
Después, lamentablemente, nos acompañamos mutuamente a
los médicos y a los hospitales. A veces no me daba el alma o el cuerpo para
acompañarte, pero vos sabías que yo estaba. Y quien nunca faltaba era mi
hermana, porque ella está hecha de acero.
Cuarenta años después de aquella volada a lo Fillol,
volaste para siempre.
La verdad es que te extraño mucho. No sé qué daría por alcanzarte
un mate mientras podás las parras, o mientras jugás con mis niños más chicos, o
mientras haces el asado.
Pero también es cierto que estoy en paz porque nos
acompañamos y nos disfrutamos mucho. Y porque fuiste el mejor viejo que pude
tener.
Feliz Día!!!!!
Miguel Angel Ortiz
