Ahora hablo de otras cosas,
de razones dudosas para sostenerme
de ciertas ideologías descoloridas,
de algunos hombres envueltos en niebla
o mujeres un poco agotadas de amar
y de esos mundos desparejos y absurdos.
Ahora hablo de otras cosas
y no sé si soy claro.
Hay una deshilachada humareda en mis palabras
ya no me sale —mi querido César— espuma por la boca,
ya no cabalgo como el viento palabras desbocadas
azotando su lomo para meterles vehemencia,
ni siquiera corro el colectivo cuando
está escapando de la esquina,
lo dejo pasar con cierta displicencia.
No estoy hablando de la incipiente vejez
o del interminable cansancio de la lucha,
nada tan sabio o valeroso
nada de eso mi viejo amigo,
ahora hablo de otras cosas
y no sé realmente, si soy claro.