ABUELO
Llegó de la vieja España,
a su lado, la soledad,
dejando hijos y esposa
en su Zamora natal.
Castroverde fue su cuna,
y Argentina lo amparó.
Trabajó con dedicación
por el amor a sus hijos
que muy pequeños quedaron
en su aldea diminuta.
El puerto de Buenos Aires
fue su lugar de destino,
y pocos días después
pisaba el agreste valle,
para nunca regresar.
Su abnegada compañera
recibió buenas noticias
y pronto vino mi abuela,
con sus hijos españoles.
Argentina dio sus frutos
y nacieron cuatro hijos nuevos.
Tuvo un taller de carruajes,
y trabajó la madera,
construyendo los portales
de nuestra iglesia mayor,
recordaba con orgullo
cuando hablaba de su labor.
Vivió rodeado de amigos,
se emocionaba contando
reuniones por las noches,
compartidas entre hispanos.
Mi abuelo cumplió ochenta años,
siempre la esposa a su lado
apoyado por sus hijos
disfrutó del descanso
del sacrificio vivido,
jugando con sus nietos
y dialogando con sus hijos
recordando a su España
a la que no pudo retornar.
La siembra de mi abuelo
germinó y dio sus frutos
y como un noble hidalgo
inculcó a sus hijos
la dignidad y el respeto
a toda la sociedad.
¡Abuelo! Gracias por tu ejemplo
y por haber elegido esta tierra
para tu descendencia.
Hugo Rolando Herrero
Mar 20 de 2013
