Para lavar el aire de abandonos
junto a las manos viejas del camino,
para nombrar el orden de las rosas
en el alba vencida por los siglos;
vino a nacer tu nombre de muchacha
con perfume de pan recién parido.
En el erial de mi canción gastada
se detuvo en palomas tu vestido
y fue la casa de tu antigua sombra
el sitio permanente de los nidos,
el lugar de la paz y las antorchas,
junto a las manos viejas del camino.
Raúl Pignolino (Capital Federal, Argentina)