HAY UN SOL
Hay un sol, pero no alumbra.
Es la cárcel del alma que lo impide.
En derredor deambulan
Los dolores que llegan
Y se pegan en la piel
Y me navegan…
Beatriz Tombeur
Hoy, Adrián Salagre
Hoy... el agua,
fue el motivo
y dominio
de nuestros cuerpos.
Reviviendo la piel
de tus pezones
pegados a mi espalda,
gritando a fuego
la necesidad de mi boca,
a beberlos suaves...
a labios llenos.
Hasta llegar...
gemido eterno
en el momento justo...
entre tus piernas.
Adrián Salagre
El poeta, Celia Inés López Miranda
El poeta
A Alejandro Nicotra
el poeta desbarató mi jugada del día.
es el tiempo
desplegado en las calles
tan nuestras
y ese paso tan
suyo, solitario
es la pipa y el prolijo perfume de su ropa
los que desembarcan en recuerdo.
ese nombrar desde el ombligo mismo del poema ,
es su legado.
un ceniciento mar, su cabellera
y su voz ahuecada y noctámbula
-como brotada del fondo de los versos-
me muestra,
aquella naranja amarga escurridiza
devorada por el
ojo del asfalto
y yo tras ella ,
inalcanzable,
acaso
esa naranja es el poema.
ciudadano del
cosmos infinito
urdido en noches de pasión y de desvelo
enamorado de su musa,
solo
en la densa premura del silencio
se sienta a venerarla por las tardes
desde el temor de la posible ausencia
y comparte su té,
su lecho,
la inasible belleza de su sonrisa
adonde nace el camino
hacia su centro.
en la cotidiana tarea
de enaltecer la vida
sale
y es, –él no lo sabe-
la proclamación
viva del verso
y la digna postura
de lo humano.
siento mi vida y
mis manos vacías,
el poeta ,
sigue hurtando luz
para encenderla en el poema
y apenas un ascua
ha soltado su mano
cuando me dio su
abrazo.
lo veo irse.
la mañana lo traga
sus pasos vacilantes,
doloridos
se alejan.
me sé ínfima, invisible,
doy gracias a la conjuración del universo
que me acercó al
poeta.
Celia Inés López
Miranda
Callando, José Adrián Salagre
Callando...
Callando...
escribo lo que
no pude decir...
con los besos.
José Adrián Salagre
Belleza, Lucia Nelly Vergara
Belleza
Por la orilla del río
el atardecer luminoso
me abre camino.
Las golondrinas
llegan
en negro silencio
a ocupar sus moradas.
Serpenteo con mi alma
cada recodo del sendero
y saboreo
la belleza profusa.
Un regalo más de la vida.
Siento en el pecho,
el canto de otros pájaros.
Dan ganas
de elevarse con la brisa,
de vestirse otra vez
de verde,
para este palacio
que a cielo abierto
te agasaja
y te hospeda.
Las moreras
invitan
a un gran festín,
a dejar colgadas de sus
moradas ramas
risas violáceas,
hasta que asome la luna
y la tarde escape
entre las sombras.
Lucia Nelly Vergara
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