Y entonces en una de esas llegué al cielo de los
compañeros porque nadie cantó piedra libre!
Y estaba todo medio revuelto, vió?
tan revuelto que me dieron ganas de pegar la vuelta pero
no hay lugar,
están heridas de muerte las palabras, como ya se dijo
hace mil años y ahí van.
Por eso no pierdo las esperanzas de volver,
es decir,
no las perdí nunca,
ni mucho menos cuando lloré,
ahí tenía las esperanzas al día,
El fusil que no cargué, al día,
la guerrilla al día ¡que abandoné¡
el diario, al día y también me alejé a la fuerza.
Ni con lo de Marcelo que casi me mata de tristeza o vida,
pero casi me mata,
eso, casi me mata!
Ni con la nieta que si es la pura cara de él!
Esto no es nada, es un paso más a lo contrario de la
eternidad que es ese segundo o algo,
que te sube y baja como del columpio de una hoja muerta
del otoño,
que está más viva que nunca,
pero ahí va como cayendo para ser otras cosas,
palabras tal vez.
La hoja está en su mejor momento, pero igual va, va
cayendo como se cae del pozo de un ascensor, de una lomada alta cuando la
mirada se turbia y las alas se aflojan.
Por eso no es nada, es un tango la muerte, es un abrir y
cerrar de manos, manos que llevan cosas o la vida misma llevan, llevantes eso
es la muerte: manos llevantes.
Pero otros lloran como lloré ayer, y acá lloraré?
Habrá lugar a mis preguntas, cambiará de estilo mi
estilo,
o es la nada que siempre pregoné: que la muerte es la
muerte y nada más que eso.
Igual te quiero ver en el baile dijo la milonguera,
yo no pierdo las esperanzas te dije morocha,
de verte otra ves como te ví.
¿Te acordás de aquellos días de manzanas y nada más?
Además, además, además.
Mucha gente me seguirá conociendo o no,
que es lo mismo que pasó estándo,
es decir la vida es un gerundio bien enunciado,
pero un gerundio, voy yendo por la vida y me fueron
andando las muertes y así.
Otros abrirán un “cólera” por primera vez y ahí iré
nuevamente,
un “Cuando ya no importe” y ahí iré otra vez y conoceré
las manos del llevante aunque ellas no me puedan tocar,
me tocarán a mí (tal vez), me pregunto! Digo, ¿No es lo
mismo?
“Ni el flaco perdón de dios”, me servirá.
Tal vez quiera un poquito de olvido,
pero un poquito nada más, como para descansar, vio?
¡Es que está todo tan revuelto acá!
Y nadie cantó piedra libre para todos los compañeros!
Ricardo Di Mario