a dios
para manejar un colectivo
no se negó, por supuesto,
no puede hacerlo
ver feliz a sus criaturas
vale más que un no sincero
las criaturas juegan
van y vienen
por los caminos despoblados
algunos gritan locos de alegría
otros quedan esperando
pasa, pasa, pasa el colectivo
a nadie levanta
no sea cosa
que esta vez dios
llore de melancolía.
Andrea Vargas, Alta Gracia, Córdoba, Argentina