Caballero del ensueño,
tu voz se transformó en eco
que arrastra el arroyo manso
y se repite en los cerros.
El camino se adormece
detrás de tus pasos lentos
donde se trenzan las sombras
como espadachines fieros.
La nostalgia se viste de azahares
en plenilunio abismal.
Las huellas se llenan de estrellas
tras la senda y más allá.
Hay un relente en el aire
de paisaje y poesía,
son los aromas del valle
que velan melancolías.
La partida abrió una puerta
en el cofre de latidos
que revolotearán por siempre
donde haya fuego,... donde haya amigos.
Carmen Iris de Leon