Una Historia nacida hace 54 años
La humildad es tierra fértil para la poesía. La ceniza calienta más bajo el rudo rigor de la llama: En el corazón de la brasa está la poesía. Así debió surgir el Grupo Literario Tardes de la Biblioteca Sarmiento allá por 1958 cuando Don Oscar brindó la llama y la creación, de su insospechado emprendimiento, al servicio del quehacer cultural de su patria chica, patria por adopción. Su querer tal vez, estaba abriendo los canales para un tenaz emprendimiento que se mantendría durante 54 años renovándose, ininterrumpidamente. Porque es en estas pequeñas cosas donde se genera la poesía grande, la que surge de su belleza de lo circundante, del amor que brota y se mantiene en lo que se conoce verdaderamente puro, humilde, con la sinceridad de las cosas necesarias.
Esa primera tarde nos reunimos en el patio de la distinguida casa de Don Oscar y su Señora esposa.
Algunos poetas del medio con la curiosidad en sus hojas de apuntes o al lado de un poema a medio regar. Pero después se supo se acercaron sosegadamente, agosto remoloneaba con los primeros vientos y la temperatura reinante nos acariciaba como un poema nuevo.
Fue un día jueves en horas de la tarde: Entre café y café fue conformándose el grupo.
El patio parecía una metáfora enorme.
El tiempo comenzaba a arrastrarse como un viejo gorrión que todas las mañanas me exigía las migajas de nadie.
La única designación que se destacó fue la de Carlos Antonio Garro como secretario y aunque también se vislumbra un secretario de finanzas designación que recayó en el Poeta Enrique Lacaze. Todos los demás fuimos consejeros.
El objetivo de este grupo quedó consustanciado en las palabras del propio Presidente:
“Tardes de la Biblioteca Sarmiento” es un movimiento de simple anhelo espiritual, que quiere el “bloque” de la amistad por la vía del verso y dar, a quienes necesitan, la oportunidad que sus propios integrantes no encontraron.
¿No es un motivo superior el de tratar de reunir pensadores para formar una verdadera familia en la poesía?
Claro en estos lugares pequeños se da cita el poema como una amalgama espiritual para los hombres.
Rafael Horacio López
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