Guadal
“Guadal es una palabra que aprendí en el campo, específicamente en la región de traslasierra del oeste cordobés. La palabra refiere a los colchones de tierra y arena que se forman en los caminos no pavimentados, poco transitados casi desérticos. Los guadales son un obstáculo peligroso para los vehículos, los conductores desprevenidos pueden caer en ellos y correr el riesgo de perder el control del automóvil en caso de circular a alta velocidad o bien empantanarse sobre esta alfombra de arena sin posibilidad de avanzar ni retroceder. Los lugareños, haciendo alarde de su capacidad de exageración, le atribuyen a éste fenómeno natural, responsabilidad en los accidentes y me atrevería a decir que hasta me ha parecido que se le guarda cierto temor no racional y que esconde parte de las supersticiones rurales asociadas al desierto, a la siesta, a lo mágico y a lo diabólico.
Sin embargo la palabra guadal, en su significado material me remite a la vida en la ciudad, es decir a los empantanamientos de la vida urbana y diría de la vida donde hay poco aire y mucha gente. Los lugares donde es imposible transitar por la cantidad de personas y vehículos.
Pero hay otros guadales que son impedimentos o trabas o problemas en los que queda atrapado el comportamiento individual, frente a las relaciones interpersonales, a la vida familiar, frente a las relaciones afectivas en general. Si mi razonamiento es coherente los guadales son trampas, que construimos inconcientemente, en los que es posible quedar inmovilizado, inerme. Sin fuerzas, rendido.
Esta carga psicológica que le atribuyo a la concepción citadina de la misma palabra, tiene a su vez, en esta interpretación, una superstición diferente pero una superstición al fin. Una construcción colectiva, aceptada culturalmente.”
Guadal tus ojos invitándome.
tus silencios que me impiden avanzar,
tus caricias que me atrapan,
tus palabras que me ilusionan,
tus sueños que me incluyen.
Guadal tus manos inventándome.
tus temores que me frenan,
tus deseos contenidos
tu cuerpo bien amado.
Guadal tus alas atrapándome
tu vuelo bajo, sobre el camino,
tu perfume que me embriaga.
Guadal tu vientre partiéndome
tus piernas que me abrazan.
Guadal tus temores despidiéndome.
Guadal mis cascos se empantanan,
ruedas en el barro.
Exangües.