Un mar de pastizales infinitos
despierta bajo el cielo transparente
y tú piensas en la Paz, en la infancia,
el futuro de sonrisas y esperanzas.
Más allá, los trigales,
envidia son del sol y sus luciérnagas,
y al jugar con las caricias del viento
un brillo de oro estalla en la simiente;
pero no ves el oscuro nido de raíces
donde tiemblan los destellos de la infamia.
Tenebroso cinto ciñe las ciudades,
lodazal del crimen y la miseria urbana.
En racimo se hacinan los humanos
que se embriagan de marchas orquestadas,
mientras muere un niño en la calzada.
El pueblo que lo sabe…calla.
Carmen Iris de León