EL BLOGG DEL GRUPO LITERARIO TARDES DE LA BIBLIOTECA SARMIENTO SE ACTUALIZA PERIODICAMENTE DESDE EDL AÑO 2008. GRACIAS POR VISITARNOS.

Desde 1958 trabajando por la cultura en Traslasierra. Desde 1962 realizando anualmente el Encuentro internacional de Poetas más antiguo y con mayor continuidad del mundo. Desde 2001 realizando semanalmente el Café Literario del Grupo Tardes.

Si llegó hasta aquí de alguna manera, mágica, extraña o googleando lea el instructivo o manual de navegación o si quiere ver la actualidad del grupo y el último post o publicación clickee aca:

http://grupotardesdelabibliotecasarmiento.blogspot.com/

ESTE SITIO SE ACTUALIZA PERIODICAMENTE

INSTRUCCIONES PARA NAVEGAR EN EL BLOG del Grupo Literario Tardes de la Biblioteca Sarmiento:

El blog del Grupo Literario Tardes de la Biblioteca Sarmiento tiene más contenidos de los que muestra en su pantalla inicial al abrir la página. En la pantalla principal usted vera 5 entradas o posteos o publicaciones. Al llegar a la última que se muestra puede clickear donde dice ENTRADAS ANTIGUAS verá las 5 entradas, posteos o publicaciones anteriores. Puede seguir así y llegará hasta la primera publicación del blog.

A la derecha en la barra lateral (Sidebar) Usted verá el menú ETIQUETAS. Ahí están ubicadas las categorías de los textos publicados, si usted quiere ver poemas de un determinado autor miembro del grupo, busca su nombre, clickea ahí y se le abrirán los trabajos de ese autor, si busca textos o imágenes relacionados con el Café Literario solo clickea en Café Literario. Si busca textos relacionados con el 48º Encuentro Internacional de Poetas, clickea en esa etiqueta o categoría. Si no le mostró todo lo referido a esa categoría al llegar al final encontrará que dice ENTRADAS MAS RECIENTES, PÁGINA PRINCIPAL Y ENTRADAS ANTIGUAS. Debe clickear en ENTRADAS ANTIGUAS y le seguirá mostrando mas entradas o post con respecto al tema que busca.

A la derecha , se encuentra un BUSCADOR, usted puede ingresar ahí el nombre del poema, o texto, o un verso, o autor que busque y le mostrará en la página principal el material que tenga el blog referido a su búsqueda. Debajo del Buscador del Blog encontramos el Menú ARCHIVO DEL BLOG en el cual se muestran los Títulos de las entradas o textos publicados del mes en curso, como así también una pestaña con los meses anteriores en la cual si usted clickea en ella verá los títulos de las entradas publicadas en determinado mes, si le da clic verá dicha entrada y asi año por año y mes por mes.

Puede dejar comentarios en cada entrada del blog clickeando en COMENTARIOS al final de cada entrada. El blog es actualizado periodicamente, pudiendo encontrar nuevos textos, fotografías, poemas, imágenes etc...

Gracias por visitar este lugar.

Sitio del Grupo Literario Tardes de la Biblioteca Sarmiento y su actividad cultural, desde el 1 de mayo de 2008 en la web. Manteniendo vivo el legado Oscar Guiñazú Álvarez, para que no se pierda su obra y continúe en el tiempo.Apuntamos a la continuidad como el mejor homenaje a Don Oscar y su obra para que sea algo indeleble a través de los años.Realizamos el encuentro de poetas mas antiguo del mundo, cada año, desde 1962 en forma ininterrumpida nos encontramos en poesía y amistad en Villa Dolores, Traslasierra, Córdoba, Argentina. Todos los jueves llevamos a cabo el tradicional Café Literario, un lugar de encuentro para escritores y lectores. Oscar Guiñazú Álvarez nos dejó en 1996. Y como la institución era él, a quienes quedamos nos costó mantener el fuego. Hoy el Grupo Literario Tardes de la Biblioteca Sarmiento trabaja intensamente por la cultura. Quienes hemos heredado aquella antorcha, tenemos el honor y el desafío de hacer que su fuego siga brillando.





Mostrando las entradas con la etiqueta poemas. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta poemas. Mostrar todas las entradas

la verdad era un soplo... Stephen Crane


la verdad era un soplo... Stephen Crane
28

“La Verdad,” dijo un viajero,
“Es una roca, una poderosa fortaleza;
con frecuencia he ido a ella,
incluso a su más alta torre,
desde la cual el mundo parece negro.”
“La Verdad,” dijo un viajero,
“es un hálito, un soplo,
una sombra, un fantasma;
por mucho la he perseguido,
pero jamás he tocado
la orilla de su manto.”
Y yo le creí al segundo viajero;
pues la verdad era para mí
un hálito, un soplo,
una sombra, un fantasma,
y jamás he tocado
la orilla de su manto.


Stephen Crane. Novelista y poeta estadounidense, uno de los primeros exponentes del estilo naturalista. Crane nació el 1 de noviembre de 1871, en Newark (Nueva Jersey), y estudió en las universidades de Lafayette y Syracuse. En 1890, se marchó a Nueva York para trabajar por su cuenta como reportero de los barrios bajos, trabajo que junto a su pobreza le proporcionaría material para su primera novela, Maggie, una chica de la calle (1893). La novela, que hubo de publicar a su costa con el seudónimo de Johnston Smith, mereció los elogios de los escritores Hamlin Garland y William Dean Howells, pero no tuvo éxito. En cambio, la siguiente, La roja insignia del valor (1895), fue reconocida internacionalmente como un estudio psicológico, realista y profundo de un soldado joven en la Guerra Civil estadounidense. A pesar de que nunca vivió experiencias militares, la descripción de las duras pruebas de combate que revelaba en su obra indujo a varios periodistas estadounidenses y extranjeros a contratarle como corresponsal en las guerras entre Grecia y Turquía (1897) y España y Estados Unidos (1898). En 1896, el barco en el que acompañaba a una expedición de Estados Unidos a Cuba naufragó, desastre que le hizo pasar tales privaciones que le ocasionaron una tuberculosis, experiencias que narra en el libro de cuentos El barco abierto y otros relatos (1898). En 1897, se estableció en Inglaterra donde hizo amistad con los escritores Joseph Conrad y Henry James. Las descripciones naturalistas de Crane son pesimistas y brutales, pero la crudeza de su realismo está mitigada por el encanto poético y la franqueza de los personajes. Crane también fue un innovador de las técnicas poéticas. Sus dos libros de poesía, Los jinetes negros y otros versos (1895) y La guerra es amable y otros poemas (1899), son ejemplos pioneros e importantes de verso libre e influyó en poetas Imaginistas como Amy Lowell. Otras obras son Servicio activo (1899), Relatos de Whilomville (1900) y Heridas en la lluvia (1900). En 1954 se publicó su correspondencia. Escribió un total de doce libros antes de morir, a los 28 años, el 5 de junio de 1900, en Badenweiler (Alemania).

El cuervo, Edgar Allan Poe

El cuervo, Edgar Allan Poe

Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
"Es -dije musitando- un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más."
¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.

Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
"Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más."

Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
"Señor -dije- o señora, en verdad vuestro perdón imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía."
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.

Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: "¿Leonora?"
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: "¡Leonora!"
Apenas esto fue, y nada más.

Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
"Ciertamente -me dije-, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio."
¡Es el viento, y nada más!

De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.

Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
"Aun con tu cresta cercenada y mocha -le dije-.
no serás un cobarde.
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!"
Y el Cuervo dijo: "Nunca más."

Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: "Nunca más."

Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
las palabras pronunció, como virtiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
"Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas."
Y entonces dijo el pájaro: "Nunca más."

Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
"sin duda -pensé-, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de "Nunca, nunca más."

Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir graznando: "Nunca más,"

En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!

Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
"¡Miserable -dije-, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!"
Y el Cuervo dijo: "Nunca más."

"¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!"
Y el cuervo dijo: "Nunca más."

"¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!"
Y el cuervo dijo: "Nunca más."

"¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! -le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: Nunca más."

Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,

no podrá liberarse. ¡Nunca más!

Hastío de un casado al tercer día, Francisco de Quevedo

[HASTÍO DE UN CASADO AL TERCERO DÍA]

Antiyer nos casamos; hoy querría,
doña Pérez, saber ciertas verdades:
decidme, ¿cuánto número de edades
enfunda el Matrimonio en sólo un día?
Un antiyer soltero ser solía,
y hoy casado, un sin fin de Navidades
han puesto dos marchitas voluntades
y más de mil antaños en la mía.
Esto de ser marido un año arreo,
aun a los azacanes empalaga;
todo lo cotidiano es mucho, y feo.
Mujer que dura un mes se vuelve plaga;
aun con los diablos fue dichoso Orfeo,
pues perdió la mujer que tuvo en paga.

Francisco de Quevedo

El puente, José Watanabe


EL PUENTE, José Watanabe (Perú, Laredo, 1945- Lima, 2007)

Las columnas herrumbradas por el aire delgado
de la altura
suben desde las pendientes de la quebrada y sostienen con
    gruesos remaches
los travesaños de hierro.
Hay miles de remaches en la estructura del puente
pero en el centro hay uno solo fijando el encuentro
de todas las fuerzas, uno solo, insospechado y firme,
    evitando que el mundo se venga abajo.
Aquí alguna vez un hombre se sentó a horcajadas, hercúleo,
             sobre el abismo
y selló el remache decisivo, acero al rojo y con esquirlas.
Imagina la acción tensa y peligrosa de su brazo
golpeando acompasado
como si nos transmitiera serenamente un mensaje:
          nadie asegura el mundo en su contra.
El remache
permite el paso del tren de los metales y del tren de los migrantes.
y el paso contrario de los que vamos a mirar sus paisajes y
     cortamontes.
Y mientras cruzas el puente y miras aterrado el vacío del
     desfiladero
siente el interminable poder de ese hombre,
pero imagínalo después caminando como cualquiera,
     sin alardes,
hacia los viejos campamentos desmontados
donde durmió sobre un pellejo su sincero cansancio.


Puentes de alma calada, Juan Meneguín

Puentes de alma calada, Juan Meneguín (Argentina, Entre Ríos, Concordia, 1958)

Busco algunos puentes que ya no existen,
de piedra y de madera, puentes de fierro.
Grandes naves quietas en la espesura de los montes
mientras abajo corren las aguas frías.
Busco algunos caminos que los años perdieron en mapas amarillentos.
Caminos sepultados por las arenas y luego por los pastizales
a donde volverían cérvidos de altas cornamentas.
En sueños veo aquellos arenales
surcados por arroyos de aguas claras y verdes
y remolinos de peces en los remolinos.

: Verano 1971

Veo puentes de hierro ferrocarrilero sobre un monte en brumas.
Veo la noche en aquellos puentes atravesados por el claro de luna.
Veo un puente rojo que una tormenta de tarariras y sarandices
descalzó una noche y cayó finalmente
descabezando un camino que nadie usaba ya
porque era un camino sin cereales y sin camiones.
Los pilares hundidos en las arenas, los arbotantes
enterrados en una espesura de campanillas y enredaderas sin nombre.
Pero veo también un puente de madera, un puente hermosamente vacío
y colgado del cielo por obenques de repollitos de agua
y abajo y adentro un agua con sabor a cedrón y carqueja,
un agua de berros y culantrillos entre las piedras,
cuando de solera y capelina, una recién casada
sale del frío de lo verde y ríe con el algodón mojado transparente
que copia la levitación de sus pechos,
y entre las vigas de quebracho de un puente de madera
alguna vez tuve doce años, y con un mediomundo
me sumergí en la sombra de un remolino
habitado por sabalitos y chanchitas, dientudos y mojarras,
ardiendo por culpa del verano y el sol de las primeras eróticas.

: Invierno 1941

Puentes de alma calada, rendidos ante una tormenta subfluvial,
una noche en que desaparecía un ejército de zapadores
bajo las olas turbias de las grandes crecientes,
ahogados soldaditos por el peso de los fusiles, mochilas, campamentos,
mientras arriba cruzaba un último carguero,
ciego entre relámpagos, hipoacúsico en el espanto,
como un redoble de tambores en doble fila sobre los rieles,
la síncopa de sus pistones empujando un cronómetro lejano.

¿Dónde quedan esas imágenes? ¿Quién
registró la lenta historia de aquellos puentes entrerrianos?
¿En qué oficinas con fantasmas siguen muriendo
reglas de cálculo y medidas inglesas
para aquellas ingenierías sin sistema métrico decimal
en cuyas crónicas de planos cruzaban los convoyes de áridos?
Sobre ondas de trigales, bajo el viento y la llovizna
pasaban las últimas locomotoras
y entraban a los puentes perdidos en tajamares y lagunas,
porque hubieron puentes sin doseles ni barandas
para que los cormoranes de agua dulce,
y desde un lento mirador de fierros con remaches,
escrutaran mejor el fondo de las aguas verdes.

: Otoño 1983

Pero un puente blanco cruza sobre buques contenedores
y el río se detiene en camalotes.
Amanece y hay niebla allá abajo, y entre la niebla
viejas embarcaciones buscan una isla, y un amarradero.
El río es un viajero silencioso cuando se va en la niebla;
los sauces en la orilla son filigranas de niebla,
los sarandíses en la orilla son las ramas y las hojas de la niebla
y hay culebras en los grandes camalotes,
hay una garza de ojos colorados que mira
y el río apenas marcha con sus barcos extranjeros
mientras un lento carguero, allá arriba,
cruza como levitando por un monte de olores al rocío.
Y es una fina escarcha de verdes traslúcidos, la mañana.

: Primavera 2009

Tres motocicletas cruzan un puente blanco:
las máquinas quietas como en paradoja cuántica,
porque cuando hay un arroyo de aguas oscuras

siempre es un puente blanco lo que viaja, y cruza.

Son las tres, Eusebio Blasco

SON LAS TRES

Son las tres; va a venir; me ha prometido
pasar toda la tarde junto a mí;
todo la espera... el cuarto perfumado
cual árabe pensil,
entornado el balcón, la chimenea
rebosando de leña que, al crujir,
produce sones que al amor convidan;
abierto el piano; el vals en el atril,
las azucenas esparciendo aromas,
vertiendo esencia el temblador jazmín.

... ¡Qué lento pasa el tiempo! ¡Oh, lluvia grata!
Coro de besos me parece oír.
Bendita la carencia cariñosa
que nos arrulla así.
Me late el corazón. ¿Será que llega?...
La seda oigo crujir...
Y resuenan sus pasos temerosos...
se acerca... ¡ya está aquí!


Eusebio Blasco

Un puente un gran puente, José Lezama Lima

UN PUENTE, UN GRAN PUENTE, José Lezama Lima

En medio de las aguas congeladas o hirvientes,
un puente, un gran puente que no se le ve,
pero que anda sobre su propia obra manuscrita,
sobre su propia desconfianza de poderse apropiar
de las sombrillas de las mujeres embarazadas,
con el embarazo de una pregunta transportada a lomo de mula
que tiene que realizar la misión
de convertir o alargar los jardines en nichos
donde los niños prestan sus rizos a las olas,
pues las olas son tan artificíales como el bostezo de Dios,
como el juego de los dioses,
como la caracola que cubre la aldea
con una voz rodadora de dados,
de quinquenios, y de animales que pasan
por el puente con la última lámpara
de seguridad de Edison. La lámpara, felizmente,
revienta, y en el reverso de la cara del obrero,
me entretengo en colocar alfileres,
pues era uno de mis amigos más hermosos,
a quien yo en secreto envidiaba.

Un puente, un gran puente que no se le ve,
un puente que transportaba borrachos
que decían que se tenían que nutrir de cemento,
mientras el pobre cemento con alma de león,
ofrecía sus riquezas de miniaturista,
pues, sabed, los jueves, los puentes
se entretienen en pasar a los reyes destronados,
que no han podido olvidar su última partida de ajedrez,
jugada entre un lebrel de microcefalia reiterada
y una gran pared que se desmorona,
como el esqueleto de una vaca
visto a través de un tragaluz geométrico y mediterráneo.
Conducido por cifras astronómicas de hormigas
y por un camello de humo, tiene que pasar ahora el puente,
un gran tiburón de plata,
en verdad son tan sólo tres millones de hormigas
que en un gran esfuerzo que las ha herniado,
pasan el tiburón de plata, a medianoche,
por el puente, como si fuese otro rey destronado.

Un puente, un gran puente,
pero he ahí que no se le ve,
sus armaduras de color de miel, pueden ser las vísperas sicilianas
pintadas en un diminuto cartel,
pintadas también con gran estruendo del agua,
cuando todo termina en plata salada
que tenemos que recorrer a pesar de los ejércitos
hinchados y silenciosos que han sitiado la ciudad sin silencio,
porque saben que yo estoy allí,
y paseo y veo mi cabeza golpeada,
y los escuadrones inmutables exclaman:
es un tambor batiente,
perdimos la bandera favorita de mi novia,
esta noche quiero quedarme dormido agujereando las sábanas.
El gran puente el asunto de mi cabeza
y los redobles que se van acercando a mi morada,
después no sé lo que pasó, pero ahora es medianoche,
y estoy atravesando lo que mi corazón siente como un gran puente.
Pero las espaldas del gran puente no pueden oír lo que yo digo:
que yo nunca pude tener hambre,
porque desde que me quedé ciego
he puesto en el centro de mi alcoba
un gran tiburón de plata,
al que arranco minuciosamente fragmentos
que moldeo en forma de flauta
que la lluvia divierte, define y acorrala.
Pero mi nostalgia es infinita,
porque ese alimento dura una recia eternidad,
y es posible que sólo el hambre y el celo
puedan reemplazar el gran tiburón de plata,
que yo he colocado en el centro de mi alcoba.
Pero ni el hambre ni el celo ni ese animal
favorito de Lautréamont han de pasar solos y vanidosos
por el gran puente, pues los chivos de regia estirpe helénica
mostraron en la última exposición internacional
su colección de flautas, de las que todavía queda hoy un eco
en la nostálgica mañana velera, cuando el pecho de mar
abre una pequeña funda verde y repasa su muestrario
de pipas, donde se han quemado tantos murciélagos.
Las rosas carolingias crecidas al borde de una varilla irregular.
El cono de agua que las mulas enterradas en mi jardín
abren en la cuarta parte de la medianoche
que el puente quiere hacer su pertenencia exquisita.
Las manecillas de ídolos viejos, el ajenjo mezclado con el rapto
de las aves más altas, que reblandecen la parte del puente
que se apoya sobre el cemento aguado, casi medusario.

Pero ahora es necesario para salvar la cabeza
que los instrumentos metálicos puedan aturdirse espejando
el peligro de la saliva trocada en marisco barnizado
por el ácido de los besos indisculpables
que la mañana resbala a nuevo monedero.
¿Acaso el puente al girar sólo envuelve
al muérdago de mansedumbre olivacea,
o al torno de giba y violín arañado
que raspa el costado del puente goteando?
Y ni la gota matinal puede trocar
la carne rosada del memorioso molusco
en la aspillera dental del marisco barnizado.
Un gran puente, desatado puente
que acurruca las aguas hirvientes
y el sueño le embiste blanda la carne
y el extremo de lunas no esperadas suena hasta el fin las sirenas
que escurren su nueva inclinación costillera.
Un puente, un gran puente, no se le ve.
sus aguas hirvientes, congeladas,
rebotan contra la última pared defensiva
y raptan la testa y la única voz
vuelve a pasar el puente, como el rey ciego
que ignora que ha sido destronado

y muere cosido suavemente a la fidelidad nocturna.

José Lezama Lima (Cuba, La Habana, 1912-1976)

Un canto a la mujer Esmerladeña, José Sosa Castillo



UN CANTO A LA MUJER ESMERALDEÑA

Así, para empezar, digo: no tiene
la luz, en su registro de matices,
los que emanan de ti, si en tus raíces
nacen luces inéditas y advienen

resplandores en tránsito de fiesta,
de la llama hacia el fuego de tus ojos,
y va cayendo la altivez de hinojos
a los pies de la mágica y enhiesta

silueta virginal que se apodera
de los fulgores de la sangre ardiente,
y hay un son marinero que al poniente
embriaga, y tus elásticas caderas

van convocando, a golpes de tambores,
con sus imperativos movimientos
que subyugan al vuelo en crecimiento,
al véspero sensual y a sus ardores.

De la pulpa frutal con que articulas
mariposas de dicha y de ternura,
va desgajando a besos la dulzura
sus claves increíbles con que anulas.

la pretensión de huir de tus hechizos,
de escapar del rigor de tu cintura,
del garbo embriagador de tu figura
que sujeta la tarde a su capricho,

que condiciona al mar, pues tu vaivén
no le pide favores al oleaje,
y así, desde tu talle, emprendo el viaje
a la inicial más dulce de la miel.

Mientras tanto tus brazos, a placer,
desatan un raudal de poesía,
cuando, de pronto, invade la armonía
los recónditos sitios de tu ser.

Ah, realidad irreal, tú, la risueña,
celestial y terrígena, tu aroma
lo amalgamo a mi verso en la corona
de tu orgullo ancestral, esmeraldeña.

Jose Sosa Castillo
Esmeraldas, Ecuador

Soneto amoroso definiendo el amor, Francisco de Quevedo

Soneto amoroso definiendo el amor

Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde, con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero parasismo;
enfermedad que crece si es curada.

Este es el niño Amor, éste es su abismo.
¡Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario a sí mismo!


FRANCISCO DE QUEVEDO

La basura, Jorge Calvetti

LA BASURA

Yo saco la basura a la calle
envuelta con papel y cuidado.
Quedan allí mezcladas, las sobras de la vida,
cáscaras del tiempo y recortes del alma.
Las dejo en la vereda con tristeza
porque son restos de fruta, de comida
y de literatura
con las cuales,
uno jugó a vivir o se creyó existente.
Y también porque también, acaso, sin nosotros saberlo,
alguien nos haya envuelto
con papeles de cielo, con nubes de cuidado
y estamos a la orilla del universo
y nadie nos despide.
Por eso,
yo saco la basura, la dejo en la vereda,
y le digo adiós.


 Jorge Calvetti

Estas primeras tardes de primavera, Juan L. Ortiz

Estas primeras tardes de primavera,
tan celestes, tan puras,
—Domingo que es una soledad
de luz y árboles—
cómo me entristecen!
Perdonadme, camaradas, esta tristeza.
Estoy penetrado de sutiles, de viejos venenos.
Me entristecen quizás
porque bajo el vuelo posado de esta dicha aérea,
me encuentro frente al fantasma de mi soledad de antes.
O es que una dicha así impalpable
es siempre triste?

Excusadme, compañeros,
este suspiro.
Los Domingos de estos pueblos
tienen la sonrisa de una muerte encantadora.

Pájaros que apenas cantan.
Y árboles, árboles, sólo, con el cielo.
Pienso que si todos fueran dichosos,
cómo respondería esta dicha a la paz
fluida del cielo.
Guirnaldas humanas ondularían armoniosamente
cantando las canciones sencillas y bellas
de los poetas amados de todos.
Las músicas que soñaba Debussy para los parques,
harían un tejido frágil y grave, suspendido.
Es esta tristeza, entonces, la tristeza de la posesión?
Si en todos estuviera esta dicha
como una gracia transparente
que diera ritmo a los cuerpos,
melodía a la voz,
amor vivo, vivo, a las almas,
sensibilidad a todos bajo los dedos de la música,
yo no estuviera triste.
La belleza de la tarde
no sería recogida sólo por los árboles,
por los pájaros, por el río que la lleva, hacia dónde?
por un refinado nostálgico y ultrasensible,
sino que tendría también una más amplia, inmediata, y por
[qué no?

más completa
expresión humana.
La tarde para todos, compañeros.


Juan L Ortiz de El alba sube.. (1933 – 1936)

Suspiro, Raúl Pignolino

SUSPIRO
A Susana Fabrykant

Hay una mina que la bate posta
De la parola y el chamuyo reo
Una percanta que curtió el mareo
Del verso rante y la vereda angosta

Embroca Buenos Aires por la costa
De ese rio marrón que huele feo
Y va subiendo como en un floreo
Por la esperanza que jamás se agosta

Juna de patios viejos y malvones
De poemas malevos y canciones
De una ciudad que ya se tomó el piro

En el barullo de este mundo rana
Mientras suene la musa de Susana
Hasta el más punga largará un suspiro


RAUL PIGNOLINO

La Culpa, Pablo Anadón

LA CULPA

Tampoco ha sido toda culpa tuya
Ni de nadie, quizás: sólo la vida
“Con sus frescos racimos”, o la muerte
“Con sus fúnebres ramos”… Es decir,
La conciencia de ser los prisioneros
De una existencia sola, la belleza
Que se asoma detrás de los barrotes
Con su infinita variedad de formas,
Perfumes y colores y texturas,
El misterio de ser en otros seres
Que atrae como el canto que encantaba
Y perdía a los viejos navegantes…
Bien sabían los griegos que la “hybris”,
Esa ilusión sin fondo, esa nostalgia,
Era la sola culpa, el mal de males.

Pablo Anadón
[En “Hostal Hispania y otros poemas"

(Poesía 2009-2013)]

Amanece, Pablo Anadón

AMANECE

La luz leve del día en la ventana,
La cama con las sábanas caídas,
Libros, vasos, colillas, desvaídas
Esencias de sahumerio y marihuana.
Lentamente se enciende la mañana
En el espejo: vuelven las perdidas
Formas, desde el cristal, a sus sabidas
Dimensiones; la sombra se hace humana.
La cabellera negra en la blancura
De la almohada, una pierna entrelazada
A otra, el brazo en torno a una cintura
Y dos bocas que alientan cadenciosas…
Calla el mundo. La angustia, arrodillada,
Vela sobre las frentes silenciosas.


Pablo Anadón 

Grupo Literario Tardes de la Biblioteca Sarmiento. Más de medio siglo en poesía

A RAÍZ DE NUMEROSAS CONSULTAS QUEREMOS EXPLICAR QUE TODOS LOS POST QUE FUERON SUBIDOS AL BLOG ESTÁN DISPONIBLES A PESAR DE QUE NO SE MUESTREN O SE ENCUENTREN EN LA PAGINA PRINCIPAL. PARA BUSCARLOS PUEDEN HACERLO POR INTERMEDIO DE LA SECCIÓN ARCHIVO DEL BLOG AHI LOS ENCUENTRAN POR AÑO Y MESES RESPECTIVAMENTE. “ETIQUETAS” O "CATEGORÍAS DE TEXTOS PUBLICADOS", O BAJANDO POR LA PAGINA HASTA LLEGAR AL ÚLTIMO TEXTO QUE SE VE Y DONDE DICE ENTRADAS ANTIGUAS DAR CLICK AHÍ SUCESIVAMENTE Y SE CARGARAN TODAS LAS ENTRADAS HACIA ABAJO HASTA LLEGAR AL PRIMER ARCHIVO SUBIDO.

Dejaron sus huellas