LOU ANDREAS SALOMÈ
Apágame los ojos, puedo verte...
Rainer María Rilke...
¿Es posible acaso, en medio de la luz que ciega,
de los vocablos que no alcanzan,
de la sangre que estalla y se deshoja,
regresarte?
¿ Es posible apresar una potranca pampa,
domesticar una corzuela, una madrépora,
cultivar una jungla prodigiosa y erguirla,
enastarla más allá de la muerte, más allá del lenguaje,
más allá de los ojos perdidos
en el mustio tapiz de la intemperie?
¿ Es posible invocarte, diosa del plenilunio,
hermanita lasciva, hechicera del bosque legendario?
¿ Es posible detentar un volcán, medir el mar,
circunscribir el radiante mediodía?
¿Dinos, donde pondremos la límpida pasión,
la brasa insoportable del deseo?
¿Que haremos con la carne, la plegaria
el demudado instante de la fascinación?
Oh sedoso animal de la lujuria,
hoguera de toda certificación, pájara suntuosa:
concédenos el esplendor de la palabra,
para poder descifrar con sonidos precisos,
el singular emblema de tu paso en el tiempo.
Haznos aceptar esta orfandad, esta desnudez,
este hálito hambriento de clara eternidad.
Plántanos en la tierra, concédenos el sortilegio
de la piedra, del agua, del árbol y del aire.
Déjanos salir de tu sexo devorante,
depurados, translúcidos.
Resucítanos, vivifícanos, permítenos volver
hacia los hombres,
grávidos de tu mirada astral, oh seductora,
sueño llegado de otro sueño,
umbral de lo terrestre que abraza lo celeste.
Fermento, ají que estalla en nuestras debelaciones.
Sal de toda clarividencia.
Puerta, lecho, ventana, cielo de nuestro desamparo.
Mano sobre nuestras manos.
Serenidad tras el vacío, cuando la aventura, el amor,
los sueños, el placer, se diluyen
en la ubicua arena de la soledad
o tiemblan ante las alas negras de la muerte.
Oh resplandor, indeleble tatuaje.
Ardor inextinguible.
Lámpara de nuestro asilo.
Carlos “Piro” Garro Aguilar