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Sitio del Grupo Literario Tardes de la Biblioteca Sarmiento y su actividad cultural, desde el 1 de mayo de 2008 en la web. Manteniendo vivo el legado Oscar Guiñazú Álvarez, para que no se pierda su obra y continúe en el tiempo.Apuntamos a la continuidad como el mejor homenaje a Don Oscar y su obra para que sea algo indeleble a través de los años.Realizamos el encuentro de poetas mas antiguo del mundo, cada año, desde 1962 en forma ininterrumpida nos encontramos en poesía y amistad en Villa Dolores, Traslasierra, Córdoba, Argentina. Todos los jueves llevamos a cabo el tradicional Café Literario, un lugar de encuentro para escritores y lectores. Oscar Guiñazú Álvarez nos dejó en 1996. Y como la institución era él, a quienes quedamos nos costó mantener el fuego. Hoy el Grupo Literario Tardes de la Biblioteca Sarmiento trabaja intensamente por la cultura. Quienes hemos heredado aquella antorcha, tenemos el honor y el desafío de hacer que su fuego siga brillando.





Mostrando las entradas con la etiqueta OSCAR GUIÑAZU ALVAREZ. Mostrar todas las entradas
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Homenaje a Oscar Guiñazú Álvarez a cargo de Teresa Gómez Atala y Mónica Fornés 15 de mayo de 2002

Ciclo Literario Cultural 2002 del Grupo Agenda Literaria y Piedra Viva en la Biblioteca Municipal de la ciudad de Villa Dolores, Traslasierra, Córdoba, Argentina.
Coordinado por José Luis Colombini y Walter Pérez
Homenaje a Oscar Guiñazú Álvarez a cargo de Teresa Gómez Atala y Mónica Fornés
15 de mayo de 2002
Momentos Musicales: Set acústico de Walter Brito, interpretando canciones propias y covers de Pink Floyd, Luis Alberto Spinetta
Lectura y anecdotario abierto: Ana María Risoli, Miguel Ángel Ortiz, Silvia López,Carlos Brito Frisolo, Laura López Morales, Isabel Nieto Grando, Victoria Colombini Lauricella y Susana Miranda

Ciclo que se llevó a cabo el primer y tercer miércoles de cada mes durante el año 2002

Recordando a Oscar Guiñazú Alvarez, a 98 años de su nacimiento, Miguel Angel Ortiz



Recordando a Oscar Guiñazú Alvarez, a 98 años de su nacimiento



Una mañana de 1986, Oscar Guiñazu Alvarez abrió la puerta de su casa sin verja y sonrió al verme. Sonrió con la humildad de siempre, con la tranquilidad que aun ahora, que nos está viendo, debe tener.

Yo tenía 18 años. El me había llamado porque le habían gustado unos versos míos aparecidos en la revista Provincia, porque tenía noticias de que esos pobres versos habían recibido una probre mención en un pobre concurso de un pueblito nada pobre del sur de la provincia de Córdoba.

Oscar Guiñazú Alvarez me preguntó si yo era yo. Cuando le dije que sí volvió a sonreir igual y me abrio la puerta de su casa por una hora y las puertas de su corazón para siempre.

Yo lo conocía de nombre, y de vista, y de mentas casi desde que tenía memoria. Desde que comencé a leer en el diario Democracia las poesías de los viernes, o desde que empecé a ir a al centro a algunas lecturas de los encuentros. Ahí lo ubiqué. “Ese viejo no puede ser otra cosa que un poeta” le dije a mi primo Jorge después de verlo en el Salón del Círculo.

Una vez que don Oscar Tello lo entrevistaba en la plaza Sarmiento, yo me había acercado a parar la oreja, quizá porque yo quería ser un poco como ellos dos. Durante años me había sentado al último en algunas lecturas de los encuentros, como el Chiquilín del Tango, que miraba desde afuera con la ñata contra el vidrio. Miraba como a esas cosas que nunca se alcanzan...

Pero acá estaba Oscar Guiñazú Alvarez haciéndome sentar a mí en ese santuario que era su biblioteca, y preguntándome de qué parte de barrio Ardiles era yo, y venía Esthercita, y él me presentaba como si yo fuera poeta. Después ella traía el cafecito infaltable y la ternura sin cuotas.

En esos años, que ya eran difíciles, yo estudiaba en Córdoba, por eso lo visitaba muy de vez en cuando. Y él nunca dejaba de publicarme algo y de enviarme pacientemente los recortes de mis versos en letra de molde de Democracia. “Lo deseo sano y contento” me escribía siempre con tinta azul sobre el mismo diario. Y antes de firmar, por supuesto, agregaba su santo y seña: “Poesía y amistad”.

Cuando en 1991 volví a Villa Dolores, nuestra amistad se afianzó. Si: amistad dije. Aunque cuando yo nací el ya era Oscar Guiñazú Alvarez, y me llevaba más de 50 años, tan generoso fue que me dejó ser su amigo. A medida de que me fui convirtiendo en periodista lo entreviste varias veces, quizá preguntando demasiado. Después compartimos tardes en la biblioteca y viajes larguísimos a otros encuentros. Hasta cuestiones íntimas supimos el uno del otro, e incluso aquello que afirma las amistades: los secretos.

Nos separaban la edad y los horarios. Nos unía el amor por la poesía, un extraño escepticismo esperanzado y la convicción de que vida hay una sola.

Yo lo admiraba por su buen humor, por la claridad de sus conceptos y por su energía que parecía interminable. Podía doler la rodilla o sufrir la traición de una noche de insomnio, pero las cosas se hacían, si es posible con una sonrisa. Esa es sólo una de las lecciones que supo darme. Después de todo, más adelante habrá tiempo para descansar.

Este 3 de junio se cumple un año más del nacimiento de Oscar,que fue en 1916. Y el obviamente fue importante entre nosotros, pero no por haberme dejado ser su amigo. A esta altura reiterar reseñas biográficas entre nosotros puede ser redundante.

¿Por qué entonces todo este anecdotario personal que he contado? Alguien puede pensar que me estoy agrandando con lo que cuento: No le quepa duda. Haberme considerado amigo de Oscar Guiñazú Alvarez es uno de mis grandes orgullos.

Pero además, simplemente conté circunstancias personales porque he querido mostrar cómo lo vio en aquel momento un adolescente de barrio, hijo de obreros, que estudiaba y que se sintió estimulado por su palabra y su amistad. Como también por la de quienes rodeaban entonces a Don Oscar, los integrantes de Tardes de Biblioteca Sarmiento, entidad a la que con orgullo comencé a pertenecer y luego presidí por nueve años. En realidad, conté circunstancias personales que creo que hablan mejor de él que de mí.

Oscar Guiñazú Alvarez fue uno de los últimos signos claros de nuestra identidad cultural. El era un ícono que caminaba por las calles, con su bastón ensartador de estrellas –como ha dicho Osvaldo Guevara- y que en su caminar inspiraba admiración o por lo menos respeto. El transmitía honestidad, trabajo, principios. Valores que hoy no muchos sintetizan.

Oscar Guiñazú Alvarez es importante también por mucho más que por haber fundado y mantenido una institución reconocida en el continente como el encuentro de poetas de Villa Dolores.

Su poesía es uno de sus mensajes más lúcidos, obra que quizá no haya sido observada con atención simplemente porque la propia figura de su autor brilló más en su momento.

Su otro gran mensaje fue su vida. Su tarea gremial en defensa de los trabajadores docentes, su lucha de ciudadano democrático y su labor incansable de obrero cultural nos muestran que sabía bien dónde estaba parado. Ese es también su gran mensaje: la conciencia de saber quiénes somos y por qué luchamos, la conciencia de saber quién es el adversario nada más ni nada menos que para saber quién es el compañero, el que comparte el pan, el que es amigo.

Poeta al fin, sensible a los dulzores del sonido, ni siquiera se ocupó de nombrar al enemigo, y trabajó contra él promoviendo el encuentro de los países del sur, de aquellos que siguen necesitando una verdadera independencia. Trabajó también para que se escuchara la palabra de todos.

Nuestro deber moral es saber leer ese mensaje, dicho y vivido desde mucho antes que se pusiera de moda el marketing de la solidaridad. Saber entender que no es dividiéndonos en egoísmos como vamos a avanzar, sino encontrándonos en el diálogo y hasta en la disidencia, aunque para eso haya que tomar caminos distintos. Y si se toman caminos distintos, que se haga para construir más y no para menoscabar al que sigue siendo uno de los nuestros. “Esta es una ciudad muy llana -me dijo una tarde Don Oscar hablando de Villa Dolores- apenas hay uno que levanta la cabeza se la tratan de cortar....”.

Creer que tenemos que independizarnos de los nuestros es creernos demasiado. Habrá que independizarse entonces del pequeño pensamiento mezquino, del oropel individualista, del verdadero adversario a quien voy a darme el gusto de no nombrar.

Hoy Oscar Guiñazú Alvarez nos da la oportunidad de juntarnos, de encontrarnos en poesía y amistad, de recordarlo a él y de pensarnos a nosotros con perspectiva histórica en una ciudad chica del sur de América del Sur.

Nos da la posibilidad de decirle gracias una vez más. A él, que trabajó para que se escuchara la palabra de todos, hasta la de quien esto escribe, que hoy lo recuerda y le agradece.



Lic. Miguel Angel Ortiz

Integrante del Grupo Literario Tardes de la Biblioteca Sarmiento

Poema 9, Oscar Guiñazú Alvarez


 Uno de los momentos más emotivos , la visita e ingreso a la casa de Don Oscar Guiñazú Álvarez"
52º Encuentro Internacional de poetas en Villa Dolores: 10, 11,12 y 13 de octubre de 2013. Traslasierra, Córdoba, Argentina

Uno de los momentos más emotivos , la visita e ingreso a la casa de Don Oscar Guiñazú Álvarez"


POEMA 9

Tengo la sensación de tu llegada
y un torrente de luz
crece impetuosamente.

Un viento de aletear maravilloso
deja en mi lengua
su musical sabor.

Sobre el nivel nacáreo de los días
flotan anuncios de un caer de gotas;
los labios se apresuran
sobre el vaso sereno de tu rostro,
para beber un sueño…

Rescato el liquido con ambas ansias
para olvidar la sed acuciadora.


Oscar Guiñazú Alvarez

Poema 8, Oscar Guliñazú Alvarez

 Uno de los momentos más emotivos , la visita e ingreso a la casa de Don Oscar Guiñazú Álvarez"
52º Encuentro Internacional de poetas en Villa Dolores: 10, 11,12 y 13 de octubre de 2013. Traslasierra, Córdoba, Argentina


 Uno de los momentos más emotivos , la visita e ingreso a la casa de Don Oscar Guiñazú Álvarez"

POEMA 8

Cuando te espero
crecido de ansiedades
una clara tensión me desubica.

Me abstraigo frente al marco de la puerta
porque sé que tu imagen va a llenarlo
y me dejo llevar
en brazos del silencio
hacia el mundo aguardado.

Cuando me traes un sabor de beso
y un fuego de tu mundo,
es suficiente para armar la gloria
descendida hasta mí,
sueño tras sueño.

Una entrega total que nos anega
no ha dejado una playa ni una roca
para quebrar la cresta de las olas.


Oscar Guliñazú Alvarez

Soneto de la desilusión, Oscar Guiñazú Álvarez



SONETO DE LA DESILUSIÓN

Orquesta de cristal de la mañana
entre las verdes ramas del follaje;
el sol que asoma fabricó un encaje
en el lejano azul de filigrana.

El soñado rumor de una fontana
puso un sonoro arpegio en el paisaje;
los dorados ribetes del celaje
me hicieron ver su luz por la ventana.

Dejo el lecho caliente. Y hasta afuera
me dirijo a beber la mañanera
conjunción de perfumes y de notas.

Y pese a que estoy lleno de optimismo
me encuentro con que adentro de mi mismo
están las cuerdas de mi lira rotas.


Oscar Guiñazú Álvarez

¡Silencio!, Oscar Guiñazú Álvarez



}¡SILENCIO!

¡Chitón! Callen las fuentes cantarinas _
que entre los riscos se deslizan tenues;
callen las hojas sus rumores secos...
           ¡Silencio...! que ella duerme.

No vibren más las arpas de los pájaros
que en la quietud del campo arborescente
como un salmo, se cuelan por las ramas...
           ¡Silencio...! que ella duerme.

Enmudezca la lira del poeta
y absorba la quietud todos los seres...
¿No la veis en el fondo del recuerdo?
¡Silencio...! que ella duerme.


Oscar Guiñazú Álvarez

Exámen, Óscar Guiñazú Álvarez



EXAMEN

Con la orilla del tiempo
                                 de mi marcha
corto
         la bruma densa
                                que acompaña
mis pasos en la acera de las horas.
Siento
          que el otro lado
                                    irreversiblemente
el calor
            contra todo
                              se consume.

¿Qué actitud -me pregunto
confidente conmigo-
debo asumir,
                     consciente del ocaso?

No cabe otra cambiante.
Esta copa
llenémosla de amor hasta los bordes
y cada día

en la plaza fundemos más amor.

Óscar Guiñazú Álvarez

Aún es temprano, Oscar Guiñazú Álvarez



AUN ES TEMPRANO

Aquí me tienes
admirando el cáliz
precisamente un tanto demorado.
El tiempo fabricó esta espera larga
que he sentido
sin cansancios.
Agrando las pupilas
hoy que me llegan
los recuerdos febriles
de tus mejores años.
Nuestra noche quedó en ei calendario.
¡Qué importan las jugadas
                                          si es que arribo
al premio postergado tantas veces!
Hoy
se quiebra el cristal
del vaso nuestro.
¡Admira los milagros de este vino
y de la miel soñada
bajo el mundo estelar!
Nos debíamos algo mutuamente...
Cancelemos la deuda...
Aun es temprano.


Oscar Guiñazú Álvarez

Mansedumbre, Oscar Guiñazú Álvarez


Mansedumbre

Si tuviera en mis manos
la mansedumbre inmensa de esta noche
me dejaría ahogar por el silencio,
y luego
disimulado en la quietud del cosmos
viajaría tomado del recuerdo
de unas manos de seda ya imposibles;
y arribaría al universo insólito
de cada sueño sin perfil, sin fondo;
y escaparía al aura cotidiana
que me niega a su vez una sonrisa;
y detendría el tiempo del olvido
para entregarle tantas confidencias;
y arrancaría un diálogo a la aciaga
ambigüedad de cada cometido;
y mediría la extensión que media
entre mis manos y la fruta cálida;
y escucharía la palabra justa
que incuba la vivencia de un poema...

Nada más necesito,
hablando francamente;
la mansedumbre inmensa de esta noche
para hundirme en los fluidos del recuerdo.


Oscar Guiñazú Álvarez

Video del Acto Homenaje a Óscar Guiñazú Álvarez 9 de Julio de 2002



Video del Acto Homenaje a Óscar Guiñazú Álvarez 9 de Julio de 2002 Biblioteca Domingo Faustino Sarmiento, Villa Dolores, Traslasierra, Córdoba, Argentina.


Presentadores Teresa Gómez Atala y José Luis Colombini

Palabras del Lic. Miguel Ángel Ortiz

Actuación de Nélida Baez y Pedro Echechuri

Palabras recordando a Óscar Guiñazú Álvarez de Rafael Horacio López

Lecturas y Palabras de Carlos Brito Frisolo, Susana Lobo, Isabel Nieto Grando, Mónica Fornés, Julio Lemoine, Miguel Ortiz, Ana Maria Risoli, Rafael Horacio López y Osvaldo Guevara

Video del Acto Homenaje a Óscar Guiñazú Álvarez, Disertación de José "Cholo" Vila Guerrero 9/7/2002


Video del Acto Homenaje a Óscar Guiñazú Álvarez 9 de Julio de 2002
Centro Cultural Cooperativo Cemdo, Italia 355, Villa Dolores, Traslasierra, Córdoba, Argentina.
Presentadores Cristina Duje y Felipe Angelloti
Palabras de Florentino Bustos Molina
Disertación de José "Cholo" Vila Guerrero
Actuación del Coro dirigido por Pablo Verolez

Acto homenaje a Oscar Guiñazú Alvarez 9 de julio de 2005


Acto homenaje a Oscar Guiñazú Alvarez
9 de julio de 2005
Plazoleta de los poetas - Oscar Guiñazú Álvarez
Maestro de ceremonia Lic. Miguel Ortiz
Palabras del Poeta Rafael Horacio López recordando a Óscar Guiñazú Álvarez
Anécdotas de Don Oscar por el Poeta Osvaldo GuevaraLecturas de Poemas Isabel Nieto Grando, Teresa Gómez Atala

OSCAR GUIÑAZÚ ÁLVAREZ El magisterio de un poeta por Gaspar Pío del Corro




6º Encuentro Latinoamericano de Poetas 17 al 20 de Mayo de 1995. Termas de Río Hondo, Santiago del estero, Argentina. Felipe Angelloti, Oscar Guiñazú Alvarez, Teresa Gómez Atala, Sofía Duran, Florentino Bustos Molina y Cristina Duje


OSCAR GUIÑAZÚ ÁLVAREZ El magisterio de un poeta por Gaspar Pío del Corro
Publicado en el Nº 25 de La revista. Sade, Córdoba Junio de 2001



Resplandor de la memoria” es el título de un poemario publicado en 1991. Dice allí, recordando a Candelaria, su pueblo natal: “Una suerte de compromiso autoestablecido para con los seres y los enseres que determinaron la natural vigencia de una infancia a la que regresó para beber felicidad, para contrarrestar así la atmósfera de crisis, de desencuentro en que camina la humanidad”.
Este poeta retorna como una constante a los tiempos de su niñez, pero no por necesidad de lamentar el bien perdido, sino para revivir ese mismo bien, atesorado. No hay, pues, en sus versos, nada elegíaco, nada que lo lleve a solazarse en un dolor, por más real que sea, sino más bien a la búsqueda de la felicidad conocida en los mejores años de la existencia.
Cuando Guiñazú Alvarez mira hacia atrás lo hace con la misma ilusión con que mira hacia adelante. No como un camino de evasión sino en aventura de conocer, con la voluntad de reencontrarse con los valores humanos en el aquilatamiento de la experiencia personal, dentro de sus limitaciones pero trascendiendo.
Camina hacia atrás para traer hacia el futuro un aliento, una luz:

Iluminado patio
que aprendí de memoria;

Donde aprender algo es alcanzar la realidad que lo desborda: la Realidad, como un gran texto que encierra una multitud inagotable de lecciones de vida:

Cómo olvidar el texto de respeto
escrito en el semblante de Mauricio;
transparente sonrisa
detenida en su rostro de muchacho.
(Poema 23)


Si seguimos la lectura de este poema veremos aflorar en sus líneas un mensaje de nitidez, de virtudes, de nobleza y confianza; atributos que no son sólo de él, porque las “gentes” depositaron “en sus manos” todo eso. Las gentes y las cosas cotidianas que les son inherentes: el patio y su ramada como una inherencia inseparable del lugar donde ha de habitar el hombre; la pureza elemental como una inherencia de lo que ha de beber; la plaza del pueblo como natural lugar de convocación de las gentes comarcanas.
  Así, pues, nada vale por el pintoresquismo que sugiere sino por su capacidad para motivar la convergencia fraternal de los ánimos, la solidaridad de los hombres en la convivencia profunda, espontánea, primaria. Ninguna cosa evocada se esfuma en la expansión de los sentimientos que suscita; más bien se consolida en las raíces de algo que pertenece a los orígenes y a ello se aferra: la laboriosidad ejemplar, como virtud innata de los padres, los fundadores; la madre, cuya ternura es una forma de la tradición inveterada del Amor; el abuelo, cuyas manos, como cumpliendo un mandato ancestral, fundaron tres naranjos en el siglo pasado, ésos que aun perduran en el recuerdo de un “celoso guardián de los latidos”
No es una añoranza puramente sentimental lo que se lee en las páginas que nos ha legado don Oscar: es una pervivencia lúcida que se abre a un mundo de experiencias vitalizadoras, creadoras del presente: “la evocación mantine su universo” (Poema 12). No es algo que aparece y que pasa o se derrumba por la pendiente de una pena, sino algo que se levanta en una totalidad de sentido cuya dimensión es necesario remontar para llegar a comprenderlo.
Hasta aquí hemos seguido algunas líneas del libro Resplandor de la memoria. Más de dos décadas antes, en 1966, leemos en Orbita 50:

Un fichero multiplicado mantiene al día
la memoria de las órbitas
vistas de un mundo desconocido
de tan conocido.

Aquí la memoria de una realidad repetida, habitualizada, cubierta o tapada por los hábitos que se extienden sobre nuestra conciencia como una sombra obnubilante, se abre a una realidad que no es otra sino la misma, pero des-cubier tas, des-vestida de las espesas costumbres que se interponen entre nosotros y el sentido poético de nuestra propia experiencia cotidiana.
A don Oscar, fundador de los celebrados Encuentros de Poetas en Villa Dolores (Córdoba), lo vemos como en un re-encuentro con tantas imá genes de eso conocido que llegamos a des-conocer como consecuencia de los encubrimientos producidos por el divorcio creciente entre la experiencia temporal y la experiencia poética.
Siempre recordamos que Edgar Bayley insistía en la correlación de soledad y solidaridad. En efecto, muchas veces es la soledad la que nos permite percibir la dimensión de la solidaridad humana: cuando estamos solos nos introducimos en ese ámbito que Guifiazú Álvarez llamaba “la honda soledad que inunda mi sed de cantos” (“Momento”, de Cuerdas tensas, 1993). Siempre estuvo don Oscar “aguardando tu voz / en esta soledad de mis papeles,,,” (“Espera”). Su soledad no fue entonces un aislamiento quietista, ese “moho de nostalgia” de que le hablaba Juan Filioy en una carta, sino una fuerza, una luz” que le llega entre papeles desordenados y lo con duce a la esperanza. Y si hay un dolor no es de lo pasa do, sin más, sino de aquello pasado que todavía no es presente: “Asumo hasta el dolor lo que no encuentro”, como habría de decir en Resplandor de la memoria.
En esta dirección se mueve su soledad, que no re conoce ni quiere llegada ni reposo para instalarse en la contemplación, porque es siempre punto de partida para esa forma del hacer que es el poetizar:

Me quedan cosas por hacer
me sobran
motivos para asirme como el náufrago
a los leves maderos del poema.

Su pulso es “un encordado / vegetal que las brisas estimulan” y que “se deshace en consignas musicales” — tal el hacer como forma de consagración artística. Y más allá todavía, aunque integrado con eso, el hacer poético como compromiso en la lucha junto al hombre concreto. Tal es el sentido que persiste en sus mensajes más hondos: su razón de volver al pasado para dar unidad al curso homogéneo de una vida. En sus regresos no se desata solamente por pura emoción un paquete de recuerdos donde ha de aquietarse el corazón; cada retorno es un avance para desentrañar la lección del tiempo, aquel “texto” que decía, de las experiencias fundantes:

Desenvuelvo el ovillo de los años / /
y me propongo recorrer de nuevo /
esquinas, impresiones fundadoras del alba”
(Poema 1, de Resplandor de la memoria).

Don Oscar Guiñazú Alvarez fue, por sobre todas las vocaciones, maestro. Maestro de escuela primaria, principalmente. Allí, entre los niños, ante su mirada limpia y sin desvíos, se sintió convocado por la urgente necesidad de abrir caminos. Caminos interminables que él, andariego sin fatigas, recorrió hacia todos los rumbos, invitando a proseguir. Por eso dije alguna vez, con cierta insistencia, que el verdadero monumento a su memoria no ha de ser una busto sobre un pedestal sino una imágen caminante, sobre la tierra.

Gaspar Pío del Corro

Publicado en el Nº 25 de La revista. Sade, Córdoba Junio de 2001


Sentados, de derecha a izquierda: Carlos antonio Garro, Olga Murat de Villagrán (Cruz del eje, Córdoba) Albino Suarez Gómez, Raúl Filgueiras (Berisso, Bs As) Genaro Barcia Garcia (Cosquín, Córdoba). De Pie de Derecha a Izquierda: Horacio Figueroa, Emilio Di Bernardi (Recitador), Pedro Carrera de la Serna, Rafael Horacio López, Mario Pagura, Aldo Cáceres (Recitador), Coco Calvar, Oscar Guiñazú Álvarez, Miguel Ángel Solivellas (Rio IV, Córdoba),Julio Morín (Músico, Berisso, Bs As) Manuel Gregorio Sabas, Regino Barrera. 17 DE ENERO 1962

Recordando a Don Oscar por Florentino Bustos Molina

  

Recordando a Don Oscar por Florentino Bustos Molina
Publicado en el Nº 25 de La revista. Sade, Córdoba Junio de 2001

El color y la luminosidad de este día otoñal en Villa Dolores, me sirven de condimentos para recordar a Don OSCAR GUIÑAZÚ ÁLVAREZ.
A este gran hombre y mejor poeta, nacido en la localidad de Candelaria, Pcia. de San Luis en 1916 (el mejor pueblo del mundo, como solía decir), recuerdo que lo conocí en la década del 60 cuando yo era estudiante secundario, y recién a fines de la citada década mantuve el primer contacto cuando tuvo la deferencia de obsequiarme su libro de poemas: “ÓRBITA CINCUENTA”, el que leí con mucho respeto y admiración.
Desde ese momento, comenzamos a saludarnos a mantener esporádicos diálogos, en los que me manifestaba su amor por la poesía y sobre la organización de los anuales Encuentros de Poetas. Por ese entonces yo escribía mis poesías, pero no me atrevía aún a mostrar mis trabajos.
Tanto Don Oscar como yo, trabajábamos en oficinas ubicadas en el primer piso de la Galería Central, frente a plaza Mitre. El, si mal no recuerdo, tenía una especie de inmobiliaria, y yo dictaba clases en una Academia de contabilidad y caligrafía.
Por aquella época, nuestra hermosa ciudad joven aún, ya desafiaba el futuro del que hoy gozamos. contaba en el ambiente cultural con este formidable protagonista como era Don Oscar, por la organización de los Encuentros bajo el lema de “Poesía y Amistad”.
Mientras Don Oscar continuaba con sus cada vez más concurridas reuniones de poetas, persistía en mí, cada vez que nos encontrábamos, el temor de confesarle mis inclinaciones literarias. No obstante concurría asiduamente a los encuentros que se llevaban a cabo en los salones de la Asociación Italiana Roma y en la Sociedad Sirio Libanesa.
El “Maestro” o el “Profe”, como ya se lo identificaba, se movilizaba por entonces con una motocicleta provista de dos carterones de cuero, como alforjas cargadas siempre de libros y poemas. Más tarde lo hizo en un Fiat 600.
En 1975, mi madre “Lola”, que con sus joviales 84 años aún me acompaña, trabajaba en la Escuela Primaria “Mercedes de San Martín”, de esta ciudad, y como una feliz coincidencia, el director de la misma era el poeta Rafael Horacio López. Por esa época teníamos en casa un gran televisor —blanco y negro- en cuyo mueble, se depositaban libros, papeles varios, diarios, revistas, lugar donde yo había depositado cuatro de mis poemas. Mi madre, sin avisármelo, los llevó al poeta López, y éste se los entregó a don Oscar.
Pasaron los días, y al volver a encontrarme con el Maestro, este me dijo: “Mire mi amigo, yo soy un constante buceador de poetas y no le puedo perdonar a Ud. de que no me haya dicho que escribía poesía”. Atónito le pregunté de donde había sacado eso. Entonces me contestó “Yo como buceador de poetas, coma ya se lo anticipé, en mi poder cuatro poemas suyos que me han gustado desde ya lo desafío a las reuniones y actos de “Tardes de la Biblioteca Sarmiento, y, allí sabrá quien me entregó sus hermosos poemas’. Y acotó: “la próxima se llevará a cabo este sábado a las 18hs en el local de la Biblioteca Popular Domingo Faustino Sarmiento, a no faltar”.
Llegó el día y me hice presente con mucho temor, circunstancia en la que me presentó a Rafael Horacio López a Rafael Mario Altamirano “Ninalquín”, Teresa Gómez de Atala, a las hermanas Asturias Iris y Diana Gliners Carreras de la Serna. Una vez presentados don Oscar nos explicó a los nuevos incorporados, el funcionamiento de la entidad, que por sobre todo era un grupo de amigos.
Luego llegó mi debut en público, y fue en un acto que organizó la biblioteca junto a la Comisión Municipal de Cultura de la ciudad, donde se dejó inaugurada también la exposición de cuadros de la artista plástica: Felicidad Godoy (ya fallecida). Leí mis poemas, y al finalizar el acto el maestro me felicitó y me dijo: “Desde este momento pasa a formar parte del grupo de poetas de nuestra entidad, y ya pasaron de aquello más de 25 años, y a la que todavía sigo perteneciendo.
Recuerdo además, que se sucedieron entonces las invitaciones y los viajes a los distintos encuentros de poetas que se celebraban en el país y fuera del mismo. A muchos asistí con don Oscar y de los que guardo gratos recuerdos.
El “Profe”, en varias oportunidades, me confesó, como seguramente lo habría hecho con otros amigos, que tenía dos grandes miedos: uno el de quedarse ciego, y el otro a la muerte.
Como todos saben, desde muy joven usaba lentes de alta graduación, sin embargo esto nunca fue impedimento para trabajar, viajar, y manejar los vehículos de los que fue propietario.
 A propósito de ello vienen a mi memoria un par de anécdotas. Una de ellas ocurrió cuando un día sábado por la mañana me invitó a que lo acompañara en su Fiat 128 hasta la localidad de Cura Brochero, donde residía y aún reside el poeta Honorio Humberto Bustos, con el objeto de ultimar detalles del encuentro de poetas que estaba finiquitando.
Para los que no conocen, la ruta que debíamos transitar tiene varias curvas y muy pocas rectas, existiendo una a la que se denomina “el Perchel”, más o menos a mitad de camino. Volviendo a Villa Dolores, antes de ingresar a la mencionada recta existe un refugio de los habituales en las rutas provinciales, me dijo: “Bustos Molina, aquello que se ve allá ¿es un automóvil que viene o que va?”. Lo miré y le respondí: “don Oscar no es un automóvil, es el refugio”, y llegamos perfectamente bien, pues era muy prudente.
La otra recordación fue cuando lo invitó a Honorio Bustos a viajar en su auto a Santiago Temple (Pcia. de Córdoba). Honorio le aceptó la invitación, pero con la condición de que él conduciría el vehículo. Don Oscar aceptó, pero sólo lo dejó conducir a Honorio apenas unos pocos kilómetros.
Lo narrado ha sido a modo de anécdotas, pues el problema visual de don Oscar no era condicionante ni impedimento para conducir, ya que con su prudencia, cubría con creces aquella deficiencia.
Continuando con esta recordación, el hogar de este “Quijote transerrano” como también se lo llamaba, fue el puerto obligado de los poetas de todas las latitudes, pues junto a su inseparable esposa “Esthercita” compartían siempre la alegría de los encuentros, y a pesar de que hoy no está su mentor, está y estará siempre vivo el recuerdo y el ejemplo en la persona de la Sra. Esther.
Quizás mis palabras no alcancen para ponderar la figura de don Oscar Guiñazú Álvarez, ni tampoco para expresar la dimensión de su obra cultural, pero sí puedo afirmar que no sólo fue un trabajador de la Cultura, sino un importante poeta que con su franca sonrisa y disimulando sus dolencias logró vivir en libertad y trasmitió esa imagen ideal que no a pocos desvela.
Cuando un 9 de julio de 1996 a las 8 y 30 horas suena el teléfono de mi casa y me dispongo a atenderlo, su yerno el Dr. Jorge Najie me solicita le informe qué hacer con el marcapaso de don Oscar, pues éste había partido para siempre. No recuerdo qué contesté, pero sí que llamé al poeta Felipe Angellotti y nos hicimos presentes en su domicilio, y juntos con toda unción y a solicitud de doña Esther, lo vestimos con su impecable traje azul, su camisa blanca y su corbata oscura. Lo despedimos con un beso en la frente y emprendió su viaje final. 



Florentino Bustos Molina
Publicado en el Nº 25 de La revista. Sade, Córdoba Junio de 2001
Miguel Ortiz y Florentino Bustos Molina

Escribe sobre Oscar Guiñazú Alvarez Teresa Gómez Atala

Escribe Teresa Gómez Atala
OSCAR GUIÑAZÚ ÁLVAREZ EL GRAN CONVOCADOR
Publicado en el Nº 25 de La revista. Sade, Córdoba Junio de 2001

En Candelaria, Pcia. de San Luis, el 3 de junio de 1916, los ojos claros de Oscar Francisco contemplaron con asombro, por primera vez, la luz.
Un niño como Todos, pero sin duda, con un destino singular: buscar la luz de la palabra.
Tal vez el primer sonido que percibieron sus oídos, fue el canto silvestre del jilguero, o la voz musical del agua, quebrándose entre las piedras.
Con seguridad la belleza del paisaje, fue despertando sus sentidos tempranamente y antes de aprender los secretos de la escritura, descubrió la vibración de su alma, que le marcaría una senda: La Poesía.
Salvador Guifíazú, su padre labrador, le señaló con su ejemplo, un camino de dignidad y hombría de bien, que mantuvo a lo largo de su vida.
Petrona Alvarez. su madre maestra, lo inició en el misterio del abecedario y en la libertad del viento, fruteció en poemas.
Y es así, que Oscar Guiñazú Alvarez, en 1927, contando con sólo once años, dejó su niñez en la casa natal y se radicó en Villa Dolores. ingresando en la Escuela Normal Dalmacio Vélez Sársfield: de donde egresa en 1934 con el título de Maestro Normal Nacional. Siendo el abanderado de su promoción.
En el transcurso de ese año promueve reuniones en su domicilio a las que asistían jóvenes con su misma vocación : La Literatura.
Así formaron lo que ellos llamaban la Escuela del Verso publicando sus trabajos en los diarios locales firmados con seudónimos. De esta manera, nace Eduardo Dawn, y con este nombre publica su primer libro de poemas: “El Amor y el Dolor de Eduardo Dawn” en el mismo año comienza a ejercer la docencia destinado a la escuela de Tosno Pcia de Córdoba.
En Colonia Los Zorros (Tercero Arriba) permanece hasta 1941 oportunidad en la que se traslada a la localidad de Anisacate, con la misión de crear la Escuela N° 2, con el cargo de Director.
Fue corresponsal del diario La Voz del Interior también de La Prensa de Buenos Aires.
En esa época conoce a Esther Zárate, también docente, con quién contrae matrimonio en diciembre de 1944, incondicional colaboradora, que por más de cincuenta años lo acompañó silenciosamente en sus desvelos.
Mientras tanto, alternando la docencia con una definida vocación poética, publicó: “Muestrario” en 1946, editado por el diario Democracia.
Se encontraba en ese momento, ejerciendo su profesión en la Escuela Gral. San Martín en la localidad de Salsacate.
En 1950 “por razones políticas” es dejado cesante, conjuntamente con su esposa, razones, que se piensa, fueron derivadas de un gremialismo militante.
Hombre de voluntad firme, jamás se daría por vencido y dedicó la mayor parte de sus horas a diversas tareas.
Sin embargo, ya tenía un poemario listo para entrar en prensa: “El Polen de la Inquietud”, cuya difusión se logró en julio del mismo año, publicado por la Editorial Assandri.
Por motivos de trabajo, debió viajar casi permanentemente. Esa actividad, lo llevó a recorrer numerosas ciudades.
Según su propio relato, había adquirido la costumbre de averiguar, en bares y comercios de cada localidad a la que llegaba, el nombre y dirección de los poetas locales, a quienes luego visitaba iniciando así una amistad epistolar, que en muchos de los casos, se mantuvo hasta el final de su tiempo.
Establecido en Villa Dolores, con su familia, se inicia como director del diario Democracia, gestión que realiza durante varios años.
Reincorporado a la docencia en 1955, es nombrado director de la Escuelá N° 27 denominada Francisco Javier Arias y se inicia como profesor de enseñanza secundaria.
Paralelamente, el poeta siempre tuvo un desvelo, para su otro gran amor: la poesía.
En 1958, nace “Tardes de la Biblioteca Sarmiento”, entidad cultural integrada por poetas de Villa Dolores y zonas aledañas, que presidió hasta 1996.
Una vez, relató que en su tiempos niños, en Candelaria, había tenido el ferviente anhelo de repicar las campanas de la iglesia, llamando a misa. Sueño que un día cumplió. Su destino de gran convocador, se había iniciado.
 En 1962, organizó el 1º Encuentro de Poetas. En esa oportunidad, sólo fueron invitados cinco poetas de diferentes puntos de la provincia, pero a partir de entonces los encuentros fueron creciendo en número de participantes, hasta que en la actualidad, se reúnen casi dos centenares.
La llegada de la primera poeta chilena Olga Villanueva Díaz, adquiere para los encuentros, la internacionalidad. 

“Poeta: mi casa no tiene verja!
porque no quiero! que detengas tu arribo!
(...) Tengo siempre un insomnio
y a toda hora el vino
añejo de la hermandad”. 

Este fragmento de su poema “Mi casa abierta”, publicado en su libro “Orbita 50” en 1966, ha sido una suerte de vaticinio. ¿Habrá presentido el poeta, que con el paso de los años, su llamado, llegaría a todas las provincias argentinas y trascendiendo fronteras, a los países latinoamericanos? ¿Qué fuerza lo animó a buscar a los poetas asegurando la convergencia de voces y sentimientos?
En la actualidad, toda Villa Dolores, es una casa sin verja, donde siempre en octubre, la poesía florece en cada patio y la amistad se renueva en el abrazo.
- Con el lema “Poesía y amistad”, Oscar Guiñazú Alvarez, instala un diálogo entre la palabra y el sentimiento. La palabra, uno de sus grandes amores y la amistad, fundada en el respeto, la franqueza y la mano siempre generosa en afectos.
Hombre de acción, dedicaba pocas horas al descanso. Su día comenzaba mucho antes que los pájaros elevaran su canto de alabanza al sol. Era la hora del encuentro con el ángel de la poesía.
De ese insomnio casi permanente, nació su vasta obra poética. Después de los libros ya mencionados, ha publicado: “Compartir el tiempo”, “Contra Reloj”, “Resplandor de la Memoria”, “Geografía exterior”, “Cuerdas Tensas”, “Calles con Esquinas”, “Y ...Poemas Circunstanciales”, “A lo largo del sol”, “Desde la voz al Grito”, “Ven a decir tu luz”, y “Torrentes Infinitos”.

 Varios libros quedaron en silencio, es decir, inéditos. El tiempo se le fue, organizando encuentros.
En sus versos, encontramos que el poeta asume lo eterno y lo cotidiano, en el devenir del tiempo.
Sin ánimo de señalar críticamente los aciertos o desaciertos estéticos de la obra de Oscar Guiñazú Alvarez, destacamos la fuerza impulsora que lo hizo un incansable trabajador de la cultura. Más allá del poeta, inmerso en su disciplina creadora, encontramos al hombre, en actitud de noble generosidad, de espíritu íntegro, con un claro sentido de la amistad.
Estamos refiriéndonos a una vida que fue y a una obra que aún permanece. Una vida dedicada a la docencia y a la literatura, sus dos grandes amores.
Cuando lo conocí en 1975, me asombró su capacidad de trabajo y el ingenio con que sorteaba toda dificultad. Y así fue que elegí un camino, sostenido por su comprensión y su sabiduría. Todos encontraban un espacio en la calidez de sus afectos.
Con el tiempo entendí los objetivos que guiaban la inquebrantable vocación de Oscar Guiñazú Alvarez.
Solía decir que los poetas salvarían el mundo, por que ellos buscaban la luz de la palabra, como elemento purificador del espíritu.
Mucho se ha trabajado desde 1962. El tiempo ha soplado sobre la vida. Mientras tanto, nos nacieron hijos, nietos, poemas y libros, a la vez que se agrandaba nuestro corazón, para contener a todos los amigos que nos dio la poesía.
Encontrarse, comunicarse, compartir y crecer juntos, han sido y son las razones que nos han mantenido en la continuidad. Hacer de la poesía, un instrumento de paz, amor y entendimiento, con la finalidad de llegar al hombre, esa es la consigna.
Buscar el equilibrio, elevar todas las voces en un solo canto nos permitirá trascender las estrellas y encontrar la armonía del canto universal.
Oscar Guiñazú Alvarez, encendió el fuego hace cuatro lustros, en Villa Dolores, Capital de la Poesía. Los poetas se reúnen a su alrededor, para celebrar la Palabra. 



Teresa Gómez Atala

Publicado en el Nº 25 de La revista. Sade, Córdoba Junio de 2001


Grupo Literario Tardes de la Biblioteca Sarmiento. Más de medio siglo en poesía

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