MUJER DE MI CHACO, MUJER ALGODON
Tu vida en los surcos, encorva tu espalda,
mujer de mi Chaco, Mujer Algodón...
Te adhiere a la planta, al capullo, a la siesta,
te funde al paisaje, a la tierra, al calor.
Mujer que no sabes de cielos distintos,
de rumbos que lleven a un mundo mejor.
Tu mundo es el rancho, la chacra, tu hijo,
y el recuerdo de tu hombre, que al cielo voló.
Es gris el camino que triste recorres,
tu pobre alegría muere en intención.
Tus puños crispados se elevan al cielo,
y el gesto impotente se pierde en temblor...
Yo he visto tus ojos ardiendo de lágrimas,
tus manos marchitas trenzando un dolor.
Tus labios resecos mordiendo plegarias,
sufriendo en silencio tu inmenso temor.
Yo he visto tu cuerpo temblar como hoja,
al ritmo convulso de tu gran aflicción,
y he visto tus dedos intentar caricias,
al cuerpo sin vida de tu gran amor.
Yo he visto muy turbias tus negras pupilas,
tu mano en la frente mirando el candil,
tu espalda pequeña, encorvada, cansada...
el día que tu hijo tuvo que partir.
Lo llevó el destino de otros horizontes,
la luz y el bullicio de la gran ciudad,
cortó las amarras que vos le trenzaste
y así, casi niño, no lo viste más.
La noche en silencio cubrió tus pesares,
y un manto de estrellas te ayudó a llorar,
un frío de espanto corrió entre las sombras,
y se quedó en el rancho para no irse más.
Y vos te quedaste, pegada a la tierra,
a tu rancho, a la chacra, Mujer Algodón.
Con tu espalda quebrada, y tus ropas oscuras,
de lejos, pareces una interrogación.
¿ Qué te dio la vida, la tierra, el destino..?
Todo parece un sueño, una cruel visión,
no te queda nada, solo un gran vacío,
una pena muy honda, y un eterno dolor...
Cuando por las tardes te veo en el patio,
muy sola, muy vieja, pegada al fogón,
sufriendo en silencio, muriendo de a poco,
quisiera ayudarte, darte una ilusión.
Pequeña y sufrida Mujer de mi Tierra,
Hermana sublime de Campos y Sol,
tu llanto es caliente grito de Esperanzas,
Zapucay rebelde que tornas canción.
Américo Ibán Calderón, Córdoba Capital