el poeta nos dijo que nada importaba:
tu espalda arañada por los resortes
de una sucia cama
veinte andrajosos
esculpiendo con sus vahos
sombras en tu cara
una mujer amándote
sólo al sacudir
tu mano
la soledad
el encierro beligerante
el salario mínimo
el fracaso constante
tenía razón
siempre puedes recluir tu cuerpo
en el arte
en el devenir incesante de la sangre
abriéndose paso a la realidad
germinando zombies
entre los edificios imaginarios
pero no nos advirtió
el lento movimiento
de las horas que forman los años
de esta escuela
de la que nunca
puedes
egresar
Agustín Calcagno, Buenos Aires, Argentina