Cada vez que tu voz
me conduce por los senderos
de tu mirada y de tu sonrisa
el caos rejuvenecedor
estremece mi espíritu,
brota como el desierto florido
y el amor abre sus pétalos
para sucumbir en tus redes,
los besos y abrazos
son la última estocada
que me ciega para siempre.
Ah, primavera,
conjunción de flores y frutos,
espasmos de ríos cantarines
y praderas rebosante de vida,
por tus pliegues quiero huir,
quiero llevar mi libertad
hasta alcanzar el cenit
del amor imposible.
Sabes,
no me gusta tu llegada,
pero, cuando llegas,
no quiero que
te vayas de mi lado.
Ricardo Ponce Castillo, Coquimbo, Chile