Ventana que recupere cúpulas o perfumes que llaman al tiempo
todo padre respira en el aire de los versos
un millar de pájaros sueñan donde el fuego calcina las bocas de sal
y esta música corre de tormento a canción
dedos del ocaso en jarro de abismo
El río que se yergue caliente de alba y ojos y el junco de antifaces sonoros
con su fría partida de manos infantiles;
la garza fantasma y esta orilla de tristes desusos
cuando el tiempo miente a la boca otro sueño
Labios necesarios de una orilla que empieza en sombra
o cardumen de nácar nosotros en la luz
Un golpe de pasiones reinando sobre las rosas llenando abejas como párpados
el tiempo es una verdad que espera solsticios para alumbrar
abierta bondad de las piernas de la sirena de piedra y anhelo
pezones de plata en la boca de aquel dios
y un hallazgo a lo lejos de guantes y agujas y señales en desorden
El reloj reconoce un cartel con espinas de silencio
las palabras coronan o desmienten el cielo
La madre de los huecos ofrece una bolsa de cabezas
que cubren la mancha de las estaciones
¿Un diablo invoca empecinado a los patriarcas?
Los señores perturban el efluvio de los huesos
……………………………………….con lluvia de piedras y señales
Muertas ciudades con su túnica de mar
el vidrio allende las tinieblas
cruento día tatuado en la carne oscura
y estos pechos de sombra
la tierra al calor de los hondos patios
y donde menos se lo espera
……………………………………………………el espacio por venir.
Rubén Vedovaldi - Capitán Bermúdez, provincia de Santa Fe, Argentina