“Yo me acuesto y me duermo,
y me despierto tranquilo porque el Señor me sostiene”
Salmo 4.6
Me perdí en tu territorio
en la comisura de tus signos
en la magia de tus códigos no escritos.
Me llevas por la cornisa de tu sueño
experimento la metamorfosis
te apoderas de mis vísceras
tienes la voz azul oscura casi negra
hueles a silencio con música de arena.
Me haces conocer el colmillo de la luna
me muestras el rectángulo del sol
juegas con imágenes a piedra papel y tijera
y al sumergirme en tu mar de inspiración
mi soledad esboza sus poemas.
Darío Leiva. Poemas del libro Equinoccio XXV (Córdoba, noviembre 2008)