Alguna remota vez, algún pícaro, dijo que los que se van, desaparecen eternamente en la nada más irresuelta y más impalpable.
A Jorge Leónidas Escudero
Hola de nuevo
Viejo mío
¿Que son esos ojos?
¿Que llevas ahí entre las manos rotas?
Son papeles con nombres
Nombres de palabras que te deben el oro que te prometieron
¡Pará viejo!
Te engañaron
Te engañaron y no te hagas el que no sabias
Las palabras nunca dan lo que prometen
No son como vos, que a pesar
Te fuiste haciendo cerro con el tiempo de tu soledad
¿Y? viejo querido, ¿qué mierda te paso?, porque esa cara de nada
Te convertiste en metáfora
Te hiciste algo menos palpable que el guano de guanaco
Te fuiste te fuiste, no como el agua del deshielo que al fin de cuentas moja
Te fuiste y nada más, ni tristeza, ni lastima, te auto engañaste
Y te gustó el manoseo de la posibilidad original
Y te fuiste haciendo transparente entre los tuyos
Tanto que ni tú nombre recuerdo
un mito, una estructura ajena, un armazón perdido, un esqueleto irresuelto, una sombra sobre una mula, una mano cuarteada metiendo silencio en las alforjas, untando los recuerdos con peperina, para que no dejen de oler a algo.
Alejandro Arriaga, Mina Clavero, Traslasierra, Córdoba, Argentina