Es frágil, el pedestal
de la estrella… y se mira
en la correntada desbordada
de la sangre pálida.
Amanecer de sombras
que se escapa de las manos.
Jardín de flores cautivas
en el torbellino de la infamia,
antártico vendaval de la memoria
congela
el aire enrarecido de la noche,
conjuga la muerte en infinito.
Desteñido, el sol espera
la escena teatral de la conciencia
enrojecida, con su ideal de fantasía
mancha el lienzo amarillo del otoño.
Muro de lamentos en colores de vergüenza
palabras repetidas en frases hechas
hacen doler las rodillas
de los que piden clemencia.
en el solar estampado de ignorancia
camino que lleva a la memoria
profundo vacío de injusticia,
fuente, desbordada de las manos
y locuras copiadas de la luna.
Desde la distancia de los días
se escuchan voces
sonidos que claman
en la soledad de un cementerio.
Nombres que preguntan
desde la profundidad del invierno,
¿Dónde se borra el firmamento?.
Vuelan pájaros oscuros que brillan
con rumor de clarines antiguos
destruyen el día con su voz
y lloran sobre las horas, maldecidas.
No se ve esa región del cielo,
es negro el color del horizonte.
Quedan…
imágenes perdidas
y el ateo ideal prostituido…
“en el punto final de la locura”
Hugo Nievas