En la penumbra noche que me envuelve,
donde el vacío naufrago aturde,
allí anida mi inmadura sabiduría,
en la nebulosa consistencia de la perplejidad absoluta.
Donde el ánimo se desploma a merced de los sentidos,
donde se desestructuran las tormentas de los tropiezos,
en ese páramo fatídico del inconsistente destino.
Allí donde el azar es naturaleza,
donde el azar es todo lo que existe,
puedo encontrar al dios de las casualidades,
al dios de la eterna y fatal lucha por la supervivencia.
En un mundo marginal en las márgenes,
Allí donde reclamo por mis límites,
donde exclamo furia contra mis propias palabras,
donde sólo soy dueño de mis necesidades.
Puedo ser ese rayo que acuñe la vida,
aun si sea ese mismo que acuñe la muerte.
Podrían lanzar contra mi todos los dioses una guerra,
lanzaré entonces la guerra de mi vida,
presumido artificio del pensamiento.
Me desnudaré impertinente,
a los acosos de soberbias vanidades.
Puedo ser el rayo que acuñe la vida,
Puedo ser ese tiempo que precede a la muerte.
León de Paso