Yo no quiero morir. Es imposible
que yo pueda morir mientras la vida
siga viva en jilgueros y caballos.
Si yo siento la vida deliciosa
como un río de abejas -en febrero,
locas de sol- por las profundas venas.
Si yo tengo mi voz en la garganta,
mi voz plena de nombre, abarcando
el contorno y la esencia de las cosas.
o no quiero morir. Si el mundo nace
cada día de mí como los niños
de la entraña madura de sus madres
Si los árboles nacen de mis ojos;
y las suaves mujeres de mis manos;
y la música nace de mi oído.
Yo no puedo morir, que soy la Vida
porque tengo en los pulsos prisionera
una ardiente pareja de palomas.
¿Y he de morir? ¿He de dejar la tierra
con sus prados y bosques musicales,
con sus aguas, con su fuego rojo?
¿Con sus ciudades y sus barcos negros,
con sus caminos y sus trenes largos,
con la muchacha de color de arena
cuyo cuerpo es un cálido racimo?