Endurecí mis ojos para que ya no vieran
más pobreza
acallé mis oídos para que ya no oyera
más dolor
mutilé mis esperanzas para que ya no hablara
más Justicia
emparedé mi alma para que ya no amara
la Verdad
y cuando así maté lo más hermoso
me hice duro caucho
que no sonrió, no amó, ni siquiera lloró
mi propia muerte
porque la merecía
WALDINA MEDINA – HONDURAS