Tu figura señera se engrandece
al recordarte padre cada día
caminando a mi lado todavía,
cualquier dificultad se empequeñece.
La época feliz que cuando niña
corría yo a tu encuentro en tu regreso
vive latente en mi alma, y es por eso
que hoy tiene otros colores la campiña.
El horizonte aquel de mis ensueños
lo recorro con lágrimas en los ojos,
tú corregías mis faltas sin enojos
velando siempre mis rosados sueños.
Cómo quisiera hoy tener tu brazo,
el calor de tu beso aquí en mi frente
las manos llenas de ese amor latente
para hundirme en el hueco de tu abrazo.
Siempre yo, tu mimosa pequeñita
aquí estoy, y tu siempre así a mi lado
para mi en esta tierra el más amado,
padre querido, de bondad infinita.
Norma Rita Pereyra de Rodríguez
Alta Gracia, Córdoba, Argentina