y el pan de Cristo ausente de su mesa,
me duelen los dolores de los niños,
y el llanto amargo de su pena.
Me duelen sus silencios silenciosos,
y el mendrugo amargo entre sus dientes.
Me duelen sus manos extendidas,
y el implorar Por Dios ! a tanta gente.
Me duele la abundancia que lastima,
y desprecia el querer y no poder.
Me duele el silencio de los pobres,
su triste ansiar y nunca poseer.
Me duelen sus noches de candiles,
y el vino tinto que la pena embriaga,
el despertar sin Norte, cada día,
y el incierto dolor de no ser nada.
Me duele el silencio de los pobres,
y el rebelde grito que se tragan,
me duelen los niños silenciosos,
y el caliente llanto que se guardan.
Me duelen sus fríos en invierno,
y sus flacas camas sin abrigo.
Me duelen sus ojos implorantes,
que preguntan el por qué de su castigo.
Yo pregunto...
¿ Por qué Dios, los pobres y los parias ?
¿ Por qué el dolor de tanta gente ?
¿ Por qué mesas reventonas de alimentos
y en otras, la fría tabla solamente ?
Me duele tanto el silencio de los pobres !!
Américo Ibán Calderón, Córdoba Capital, Argentina