Tenemos muchas diferencias,
aunque también tenemos coincidencias.
Tenemos en común hijos hermosos
y raíces en tierras divergentes.
Tenemos nuestra aliada: la palabra
o el silencio abismal de las tinieblas.
Tenemos las flores y los frutos
de una próspera siembra de verano.
Tenemos el cariño amotinado
en un laberinto de ternura.
Tenemos este cielo y la paz pura,
en cada gesto sencillo, en cada espera.
Tenemos la energía, el afecto
de sabernos seres temporales,
de querernos y sentirnos un
milagro andando por las
calles de este mundo.
Tenemos la esperanza acurrucada
en un bolsillo del tiempo y del espacio
y el amor hechizo enamorado
huyendo y coqueteando a cada rato,
compartiendo con sed de prisionero
las eternas migajas que nos quedan.-
AIDA ZARANDON, , Ingeniero Huergo, Provincia de Río Negro