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Sitio del Grupo Literario Tardes de la Biblioteca Sarmiento y su actividad cultural, desde el 1 de mayo de 2008 en la web. Manteniendo vivo el legado Oscar Guiñazú Álvarez, para que no se pierda su obra y continúe en el tiempo.Apuntamos a la continuidad como el mejor homenaje a Don Oscar y su obra para que sea algo indeleble a través de los años.Realizamos el encuentro de poetas mas antiguo del mundo, cada año, desde 1962 en forma ininterrumpida nos encontramos en poesía y amistad en Villa Dolores, Traslasierra, Córdoba, Argentina. Todos los jueves llevamos a cabo el tradicional Café Literario, un lugar de encuentro para escritores y lectores. Oscar Guiñazú Álvarez nos dejó en 1996. Y como la institución era él, a quienes quedamos nos costó mantener el fuego. Hoy el Grupo Literario Tardes de la Biblioteca Sarmiento trabaja intensamente por la cultura. Quienes hemos heredado aquella antorcha, tenemos el honor y el desafío de hacer que su fuego siga brillando.





“La sumisión a la palabra en la poética guevarista”, Conferencia



48º ENCUENTRO INTERNACIONAL DE POETAS
“OSCAR GUIÑAZÚ ÁLVAREZ”

Villa Dolores (Córdoba)
Capital de la Poesía


Charla – debate:


“La sumisión a la palabra en la poética guevarista”

Prof. Jorge Enrique Hadandoniou

Sábado 10 de octubre de 2009
19.00 hs.
San Pedro
“La sumisión a la palabra en la poética guevarista”




..................“... Y ahora / anda mi sangre entera floreciendo en los otros”[1]


La poesía es tanto vida como palabra. O viceversa. Altura que desprende bendiciones eufóricas o socavón donde se descubren enconos irredentos.
Vida y palabra se disputan su dominio por hacerse poesía. Y cada vez que se dignifican, se transforman en ella.
La vulgaridad se reconoce de un plumazo; un gesto basta para descubrirla. Hay gritos que en metáfora devienen y los ruidos sordos de la calle impiden cualquier lectura.
[1] Osvaldo Guevara, “No madrigal”, “Poemas en verso y prosa” (inventario de una obra completa inconclusa)” Ed. De la Fundación Universidad Nacional de Río Cuarto, 1997, pág. 223
Pudiera caerse en dualidades, oposiciones, contradicciones y otros enfrentamientos menos retóricos y más contundentes; pero aceptemos –es una cordial invitación – la posibilidad de que Vida y Palabra sean consideradas contenedoras de poesía, o serlo per se, o dejarse caer cada uno en su lugar y por sus propios pesos, alegrías o pesares en el cántaro ideal del Poema. Porque vida y palabra, a fuer de registrar los documentos disponibles en el caso que nos ocupa, aparecen co - ligadas para identificar un espacio poético. Es verdad que habrá de dilucidarse, en primer lugar, si se trata de dicho territorio, si merece su rótulo o sólo se lo reserva cual eufemismo convenientemente culto. Hay un sujeto, un acto y un objeto. Guevara, sumisión, palabra. Y el espacio poético aloja esta tensión para resolverla. Elegimos al azar, una de tantas estampas que nos llenan de evocaciones, temblores en la voz, sacudón en la conciencia, disputa en el campo semántico, reacciones encontradas en las ideas y martillazos de recuerdo.
No es dable esperar que el auditorio se complazca ni que los semas del referente tengan las mismas connotaciones que tuvieran otrora, pero hogaño cantan las rimas de antaño para poder justificar la hipótesis propuesta.

[1] Osvaldo Guevara, “No madrigal”, “Poemas en verso y prosa” (inventario de una obra completa inconclusa)” Ed. De la Fundación Universidad Nacional de Río Cuarto, 1997, pág. 223
Así estaba escrito y así se dice este “Poema americano”, trascrito fragmentariamente para abocarnos de lleno a la audaz confirmación propuesta:

Comandante: entre verdes te tumbaron la sombra
pero tu luz, cantando, trepó al viento de América.

Como te despeinó una bota la barba
y en las fotografías mirabas con fijeza,

circuló la noticia de que te habías muerto
-pobre de ellos- y entonces hubo saltos de fiesta.

(………………)

Yo (…..)

doy mi asiento a mujeres con niños en los brazos,
prolijamente pago mis cuotas en las tiendas,

(……………….)

yo que soy, comandante, un ciudadano probo,
que me limpio los dientes, me aliso la conciencia,

(…………………)
Total: que esta mañana me asaltaste los versos
y me desparramaste la barba en un poema.
Tenía que nombrarte, Ernesto Che Guevara
y escucharte en las manos fluir como una piedra

para romper los vidrios de las ruinas lujosas
y una lámpara pública darle entre ceja y ceja.

(………………..)

Comandante: estos versos, claro, te quedan chicos,
pero gritándolos tengo menos vergüenza.”
[1]

Atendamos al primer escolio y desafío: ¿Cómo identificamos el Espacio poético? ¿Por la creatividad? ¿La originalidad, tal vez? ¿Debe haber audacia? ¿Y será pertinente una pizca de sutileza? ¿La belleza del gesto y la armonía del habla? Gesto dicho aquí no solo como corpórea expansión en el espacio sino también como filigrana estética. Habla en toda su magnificencia verbal y caligráfica, pero que no abandona el énfasis verbal cuando arenga o susurra polución dentro de la cotidiana resignación, o empuña el desafío de enfrentar al enemigo de la luz, a plena luz de su sombra proyectada.
[1] Del poemario “Para que me entiendan bien.” En Osvaldo Guevara, “Poemas en verso y prosa (inventario de una obra completa inconclusa). Ed. de la Fundación Universidad Nacional de Río Cuarto. noviembre de 1997- Págs. 175-176

Estamos caminando por senderos de homónimos y – tal vez- opuestos: Comandante y Poeta. En el espacio pulcro de la hoja en blanco el uno impuso desde la vida su presencia demandante de poesía y el otro, desde la poesía lo asumió para su vida. Los dos en riesgo, lanzados a sus convicciones y desencajando los manuales o las órdenes del Siempre cauto Orden Establecido.
Dos espirales: una vida cual exabrupto de la vida misma, haciéndose Poema; un discurso sutilmente punzante saliéndose de madre en la reglamentación vigente. Saltando el uno hacia lo perenne de la Historia Política; ocupando el otro, un sitio de prestigio redimido en la Historia de las Letras.
Ante todo, sumergidos en esa serpentina de palabras, intentamos desentrañar algún secreto de la poética de Osvaldo Guevara. Es profuso el uso de la comparación, a la que enriquece con giros inesperados que combinan numerosos tropos o figuras. La riqueza sintáctica y significativa de las Construcciones nominales ya nos ubican en el ámbito de lo esencial, descripción fortalecida por el vínculo y el controlado desborde de su verba altiva.
Y deshojamos los versos de la antología para encontrarnos con esa identificación del poeta y su entorno, construcción de un diálogo más cercano a los objetos, que es característico de la personificación. En la prosopopeya “el sol” se aproxima a la ciudad por la que deriva el poeta. Y hace patente su presencia con metáforas de sabrosa síntesis: “oro caliente” son los frutos, “llanto febril” es al tacto el asfalto.
[1]
Por su parte, el vino escanciado “ha muerto para siempre”
[2]. Su tumba es la botella que tendrá destino de cartonero; pero si fue vida, ha sido emulado al ser.
Sus artificios surgen con sencilla (aunque seguramente trabajada) fluidez. Por eso no repara en alcanzar la caricatura que se expresa en una figura de giro complejo: “... la gente / que pasa con la frente en el bolsillo.” Una sinécdoque doble que se confunde con una metonimia. Desplaza de frente a mano. Y allí va a esconderse en una metábola especial que es una hipérbole sencillísima. Lo caricaturesco, casi grotesco simboliza esa atención concentrada y la indiferencia hacia “Don Chávez, lustrador”, a quien el poeta “celebra”
[3]
En una poesía tan rica en sonoridad, la aliteración señorea y se diluye a veces en otras retóricas, como cuando absorbe a la derivación “... ubre grave y grávida...”;
[4] Se escucha también resonar en los efectos anafóricos: “sus poros puros / su ágil piel / su cencerro ..” [5].
Tal vez nada haya sido librado al azar; o a lo mejor, el recorrido de la vida sólo haya descendido de “esa garganta” que sostiene “haber tomado del viento”
[6] para volverse catarata de versos, formas, retruécanos o referencias leves o contundentes. Como la existencia misma.
Sin embargo, la construcción se pone en evidencia a cada paso. Nos sorprende con ese zeugma tan singular, en el que los atributos dispares se hacen uno con el paisaje, las cosas, la cotidianeidad: “verde voz de terrón y vacuno.”
[7]
“ ...Lava estas ciegas manos / de burgués que ha quedado sin esquila y sin humo.”
[8]
“Bajo la tarde de aire espeso y breve”
[9]
Y los antiguos recursos de Bécquer, el paralelismo y los quiasmos, rondan por cualquier parte, aunque siempre con ese matiz que los vuelve originales, enraizados en el contexto de su experiencia vital:
“y mi alma en alto es una caña en vilo,/ pero mi instinto, abajo, es un anzuelo”
“cimbro mi caña y el anzuelo tiro.”
[10]
Así logra, con esa dinámica que los elementos sucesivos en orden paralelístico como en el primer caso “alma” – “alto” – “caña” / “instinto” – “abajo” – “anzuelo” ; sorprendan al quiasmo que dejó colgado allá por el segundo verso: Acción / Objeto – Objeto/ Acción.7
Lo reconoce: está sometido a la Palabra y le es fiel tanto en la búsqueda como en cada encuentro. Esa dualidad, consustancial con su existencia, reconocida por él mismo, le permite deambular por el delgado hilo que como hombre absorbe para decantar como poeta: “...yo oscilo entre la aventura y el orden, (....) Soy dual, algo así como un dionisíaco puesto a vivir como apolíneo”[1]
Esa lucha interior, humana plenamente, que reconoce hacia el adentro el volcán y ofrece la flor en el ademán cordial hacia el interlocutor, pudo en algún momento detenerlo, hacerlo reflexivo y expectante. Entonces, desde esa etapa (“Se vio sometido a una contemplación congelante”
[2]), emerge para someterse a la palabra (su construcción continua, sostenida, dificultosa), y hacerla el vehículo de esa riqueza interior y percepción externa plenamente humana:
“Pero yo tuviera una palabra, / una palabra única (...) ah, la palabra total, ceñida y parturienta...”
[3]
Tal vez sea el secreto más preciado del amor en su plenitud: sometedor /sometido en síntesis. Confirmación de que aquella intuición nacida en este lector hace unos años, se plasma en las recientes confesiones del autor: “Yo no sé lo que es la poesía. / Tal vez / mi poesía sí / y no sepa decírmelo.”
[4]Es la inexplicable sorpresa del poeta verdadero, que al gusto de Blanchot se distanciaría de su obra. Sorpresa que es anhelo deseado por cualquiera que emprenda la despareja lucha con la palabra. Síntesis amorosa, plena.
El tema motivador de esta ambigua intervención actuó, oportunamente, como gozne en la vida de nuestro autor, el Guevara desconocido para la Gran Prensa y el Circo Multitudinario: provocó su prohibición “En el 75 quedo cesante, no hallo en qué trabajar porque la gente tenía miedo de emplearme y además mi libro, mi antología Años y perjuicios fue prohibida; fue prohibida por el poema al Che Guevara y por esa elegía desde la muerte de Pablo Neruda...”
[5]
¿Vida en lucha? Si volvemos al contundente romanticismo del “Che” o nos detenemos en el íntimo romanticismo de Osvaldo, tal vez compartamos ese hilo invisible que hace de la Vida, Poesía y de la Poesía, Vida. En un desgarro arrancado a los ejes simétricos de la historia en el primer caso; en un apretado corazón comprometido en esta lectura que nos ocupa desde la palabra hecha verso.
[1] Op. Cit. “Poema sin evasión”. Pág. 136
[1] Op. Cit. “Poema antielegíaco”. Pág. 173
[1] Op. Cit. “Don Chavez, lustrador”. Págs. 162 y 163
[1] Op. Cit. “Torrencial”. Pág. 95
[1] Op. Cit. “Madrigal bárbaro”. Pág. 72
[1] Op. Cit. “Don Chavez, lustrador”. Pág. 163
[1] Op. Cit. “Oda al sapo”. Pág. 39
[1] Op. Cit. Ibidem. Pág. 40
[1] Op. Cit. “Yo pescador”. Pág. 43[1] Op. Cit. Ibidem. Pág. 43

Ernesto Guevara hizo de su vida un poema con el cual coincidirán muchos u otros denostarán. Actualmente esa tensión se ha diluido hasta estamparse en un logotipo de suculentos dividendos. Pero estas son cuestiones de los hombres comunes o del diálogo entre el líder y las masas. La poesía de la vida guevarista se manifestó en gestos inauditos de autoconstrucción: salto al viaje en motocicleta, intromisión en conflictos intocables, manifestaciones personales chocantes con el pulcro ejercicio de los cargos, vertiginoso lanzamiento a la aventura de transformar la realidad y golpe final al vacío de las Utopías. En este plano hemos ingresado al campo de lo neutro. Pero lo poético no puede negarse. Al menos en la siempre vigente versión romántica y desde la óptica que co – liga vida y arte. La otra cara de este Jano propuesto se nos hace evidente. ¿Cómo ocupa su lugar la palabra? El poeta la vive, casi podría decirse que en una estrategia de espejo con relación a su homónimo. Vive la palabra y la transforma en poesía. Su verba fluida, de una solvencia cotidiana y de una agradable sonoridad amical, se instala para dejarnos asombrados o reflexivamente diferentes después de oírla.
Y en medio de la mercadotecnia, con íconos saltando por todas partes a la velocidad del zaping; sumergirnos en la escritura de Guevara nos permite descubrir alternativas, deletrear palabras que se hacen caminos de vitalidad y vigor. Debemos compartir cotidianamente la ensordecedora marquesina de los mandatos desaforados, de las marcas legibles; pero también – muy escondidos – estos pequeños oasis de profundidad humana.

Algo debe andar mal entre nosotros para que se profundicen estas contradicciones, tan lúcidamente expuestas por Osvaldo:
“y se aumentan las bocas hasta achicar el día/ y al país me le comen tranquilamente el hígado (ay país, también él vende a veces lo usado/ pero vuelve a comprarlo, más caro, por supuesto)”
[1]
Ex – profeso, hace tiempo rondaba la ambigüedad del sintagma calificativo para estos apuntes. Provocador y peligroso, como suelen caratularnos con sonrisa cordial, porque los dueños de los velos que esconden las verdades vitales temen el descubrimiento pleno. Temen actualizar, patentes, flagrantes, las realidades de la vida que en sabio ciclo no detienen su repetición tozuda.
Así es que al andar de caminos que en poesía se escribe, destellos de luz, en rinconcitos diversos buscaban despertarnos esperanzas: algún reconocimiento, un blog de jóvenes y por sobre todo, la confirmación de aquel título como Quijote redivivo arremetiendo otra vez contra molinos de Vida y Palabra: Otra obra de Osvaldo Guevara, “Sin pena en la palabra”. He aquí cómo afianza su sumisión a la palabra, esa distinción que desde ella nos llega para salvarnos de la vida rutinariamente cotidiana: “ Aunque me curve /el desaliento / como un alud de piedras negras / no se lo cuento a mis palabras. // Escribir triste / es seguir derramando un vino amargo / sobre el mantel del mundo / ya mortalmente percudido.”


[1] Op. Cit. “La otra palabra de Osvaldo Guevara” Reportaje inicial, pág. 13
[1] Op. Cit. Ídem. Pág. 9
[1] “Hacia el Grito”. Op. Cit. Pág. 66
[1] “Poesía eres tú” en “Sin Pena en la palabra”. Registro a través de Internet[1] Op. Cit. Entrevita, pág. 17

Tal vez sea el nuevo y antiguo destino de la Palabra: encontrar al aeda apropiado, al intérprete que deposite como revolución permanente sobre la Vida, su sello de Esperanza. Y sea, en un mundo como el percibido por el oído humano de Guevara, la verdadera propuesta revolucionaria, la continuidad de una obra inconclusa como decía la antología que motivara estas reflexiones. Y sea la alegría, la amistad, la resistente vitalidad la llama que se enciende a la vida, para confirmar la humanidad necesaria, ante el espejismo de la tecnocracia indolente.
Por eso, a pesar del tiempo, de aquella mañana, después de tres años, no podía ser otra sino esta respuesta, poéticamente hermanada, a la dedicatoria: Para Jorge Hadandoniou, lector que pudiera ser presa codiciada para cualquier autor pretencioso. Con afecto comarcano.” (Villa Dolores, 7 / 10 /2006).......................................Hombre de sencilla plenitud.
........................................Poeta de la luz y del verbo.
Jorge Enrique Hadandoniou. Villa Mercedes (San Luis), Argentina. Especial para el 48º ENCUENTRO INTERNACIONAL DE POETAS. Villa Dolores (Córdoba)
[1] Op. Cit. “Poema antielegíaco”, pág. 173
[1] “Sin pena en la palabra”. Obra homónima, vía Internet.




FOTOGRAFIAS de la Charla – debate: “La sumisión a la palabra en la poética guevarista”, por el Prof. Jorge Enrique Hadandoniou. Sábado 10 de octubre de 2009 19.00 hs. San Pedro, Traslasierra, Córdoba, Argentina. 48º ENCUENTRO INTERNACIONAL DE POETAS “OSCAR GUIÑAZÚ ÁLVAREZ”. 09, 10, 11 de Octubre de 2009. Valle de Traslasierra, Córdoba, Argentina.

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