Gotean nubes sobre los olivos
cántaros rotos de melancolía.
La noche se confunde con el día
si dentro del pecho, está lloviendo.
Lágrimas de amor, lágrimas frías
cristales que se fugan en la arena.
Lloro de madres, lágrimas serenas
rutilan por la faz envejecida.
Grietas del alma.
El llanto torna como punzante espina
y duele el corazón porque lastima,
la indiferencia ante el dolor humano.
Caen lentas en los cuencos de mis manos
lágrimas del amanecer, lágrimas mías.
Isabel Nieto Grando de Los Ojos de Dios 2004