Todo le da tristeza al triste.
Hoy eh visto la lluvia morder los pasos al día.
Un ómnibus se a apagado en la tarde
dejándome una orfandad de viejo campanario
que sólo escucha sus crujidos.
Y el domingo que empieza a ser lunes
con su siesta baldía.
De regreso a la casa me cruce con un perro
que tenía mis ojos.
(A dónde ir con estas alas
que se entienden con el viento.)
Alguna vez mis dientes fueron claros
para sonreír a la soledad.
Ahora mi corazón no soporta
ni sus silencios ni sus cantos.
Un vestido dorado viene por la vereda
pero junio devora su gran flor delicada.
Todo le da tristeza al triste.
Cuando la primavera intente
alumbrar en mi sangre
quizás ya sea tarde para toda sensación
para toda palabra.
Osvaldo Guevara, de Diario de invierno 1990