Palabras de apertura del 47º Encuentro Internacional de Poetas de Villa Dolores “Oscar Guiñazú Alvarez”, pronunciadas en el Teatro Municipal de esta ciudad el viernes 10 de octubre por el Presidente del Grupo Literario Tardes de la Biblioteca Sarmiento Lic. Miguel Ángel Ortiz.
Gente que antes, con la máquina mecánica, ponía el carbónico al revés, y que ahora en la computadora, con frecuencia aprieta la tecla equivocada.
Gente que mezcla las medias y que se olvida a veces que va caminando o por dónde camina.
Gente de una curiosa peligrosidad que, como si eso fuera poco, encima anda escribiendo versos. Y como si eso no fuera ya bastante, encima los da a conocer. Y los comparte.
Mientras los mercados del mundo tiemblan por un salvataje cuerdo y salvaje del imperio a favor de sus mercenarios, esta gente baja lentamente un vino mientras lee palabras. ¿Solamente palabras? Si. Nada más que palabras.
La otra gente, la gente razonable y cuerda, suele mirarlos con extrañeza. A veces hasta con cierta conmiseración, como diciendo “Pobre, bastante tienen ya con ser poetas”. Al menos eso piensa mi amigo Osvaldo.
Resulta que un mago flaco, con estampa fina de señor, un maestro y periodista que integraba este género sospechoso de los poetas, tuvo un día la idea alocada de empezar a juntar a esta clase distraída y rara de personas.
El mago flaco y sonriente vivía en una ciudad chica de un país del sur de América del Sur. Esa ciudad custodiada por un cerro azul, encorsetada en sauces, naranjos, lapachos y jacarandaes; quedaba lejos de todas las rutas. Estaba en una zona que estaba, y aun está, tan atrás de todas las sierras que le llamaron Traslasierra.
En esta tierra sin chimeneas ni multitudes se podrían haber inventado encuentros de productores agrícolas, de bebedores de vino, de leguleyos, de paracaidistas, de prestamistas, de fabricantes de algo. Encuentros de personas con una decencia más notoria y menos incierta.
Pero no.
El mago flaco, con trino de jilguero, empezó a llamar a la gente de rara cordura al valle azul que habitaba. Y esta gente sospechosa comenzó a llegar en cada octubre. Traían arabescos de magos en sus valijas (como dice mi amigo Horacio Goslino), cierto cansancio de andenes y, a veces, más poemas que indumentaria. Traían noticias de lluvias diferentes, un mar de paisaje en los ojos, una montaña de suspiros en el pecho traían. Traían formas distintas de hacer el pan. A veces traían un pan, un peine o una flor marchitada en el camino.
Ya lo dijimos, era gente de dudoso equilibrio.
Aquella osadía está cumpliendo hoy 47 años. 47 octubres en los que el encuentro Internacional de Poetas de Villa Dolores es una leyenda de unión y paz entre los pueblos. Porque aquella gente, demostró que a pesar de sus miradas distraídas, de alguna manera extraña, podía construir con la palabra, podía cantar sus paisajes, sus amores y las luchas de sus pueblos.
Los tiranos que nos tocaron conocieron la fuerza de la poesía cuando las nubes negras, las noches necias, arreciaron sobre América Latina. Y los palabreros fueron perseguidos, diezmados por el rey de la espada del odio.
Porque la poesía sabe decir la verdad de sus pueblos.
Por eso, porque Tardes de Biblioteca Sarmiento cumplió ya 50 empecinados años cuidando a la poesía, los que hoy somos herederos de la leyenda queremos renovar el trino del jilguero, que igual resuena por sí solo por los paisajes de América.
Poetas de Argentina y de América: gracias por enriquecer con su canto este encuentro que afianza los vínculos de empatía y comprensión entre los pueblos. Gracias por todo el esfuerzo que siguen haciendo para llegar hasta aquí y para poder decir a sus sueños, decir a sus pueblos, decirse a sí mismos.
Compañeros de Tardes de la Biblioteca Sarmiento: gracias por persistir en esta locura feliz de trabajar por nada, y por todo. Especialmente quiero destacar el esfuerzo y la trayectoria de Rafael Horacio López y de Lita de López, que han trabajado en 47 encuentros… A Teresa Gómez Atala, que lleva 33 años de desvelos, y a Mónica Fornés que también desde hace más de veinte años trabaja incansablemente para que cada uno de estos octubres sea posible.
Señoras y señores: es un honor dejar inaugurado ante ustedes el CUADRAGESIMO SEPTIMO ENCUENTRO INTERNACIONAL DE POETAS DE VILLA DOLORES “OSCAR GUIÑAZU ALVAREZ”.
Miguel Angel Ortiz