Con un pie sobre este mundo,
ya casi en la eternidad,
anda tan suave, tan lento,
que pronto ya no estará.
Acaricia nuestras cosas
sabiendo que ya se va.
Dulce madrecita buena
tantos hijos de su pan
y ella tejiendo consuelos
confiada de tanto dar.
Tan lamparita de seda
y tan humito de bien
y yo buscando su gracia
para nutrir a mi ser.
Tan gastadita por fuera
y adentro llena de miel.
Rafael Mario Altamirano “Ninalquín” de Variantes de mi duende