Dos de más bajando sobre dos la última pendiente de asfalto.
Saborea fantasías de meriendas en dos,
sobre dos,
al rayo del sol,
mientras la sangre sale brotando y rebotando suelos de tu nariz tremenda.
Flor de aventura la nuestra,
escupiendo el sulqui raído de la historia
y colgado de las riendas el viejo come gatos,
ríe sus trampas pícaro mientras acarrea su chamuscado cuerpo a seguir cavando como animal para siempre.
Campos untados en percusiones erróneas y pajaritos,
de los blanquitos,
inmunes a mi gomera de rojo fierro.
Paja y mucho más.
Chozas y carné de socio, muchísimo protocolo siempre
para apedrear chelcos a plena siesta,
siempre primero vos,
primero siempre vos,
palomas sucias escupiendo sus hojas en nuestro sendero de limite húmedo,
y las raíces de los sauces que se fueron
en la ultima inundación
surcan el oscuro abono de venas flacas,
cortadas y chorreando sabia tan negra como los ojos,
de alguien,
con los ojos bien negros.
Atardeceres y amaneceres de pesca ilegal
en las orillas del paraíso
aun no descubierto,
jamás alcanzado,
perpetuamente a la vista,
no al contacto.
La distancia hundida entre ignotos silencios,
naturales hoy,
bellos hoy.
El cielo se ha encapotado y le tememos a las gitanas por que saben de más.
Ol--lop (al arco), por Gil.
Tridimensional figura estropea su presente en mí, antes.
Es una pendiente que los cimientos no pudieron salvar.
Es una obra imposible de techar.
Porque su incompleta perfección fue el escenario que será por siempre,
las sombras de la saliva,
los abandonos egocéntricos a la mentira.
Es lo que crece porque creció mientras me revolcaba en la panza de mi vieja,
es lo que descubrí una siesta que se fue,
tan lejos como las ganas de estar en el lugar indicado,
bajo tu seudo-protección.
Porque esa garganta es la hoy escéptica, anestesiada, febril y casi tibia.
Que lo vive como mejor puede,
(pero no me saques de ahí, apuráte que te necesito, no tengo que aprender a esperar,)
a esperar aprendí y es lo que me vive,
tímidamente y bien, muy bien vos, pibe, maduro, inmaduro, marrón, peludo,
flor de trastorno, doble nudo al tiempo.
Que mas da, intentar cagarse, lo mas inconciente posible.
Me fui, me fui, me fui y ya no es tan negativo, vainilla, vuelve, arena y viejas del agua, y las malditas palometas, tuneadas de guerra habitando mi paraíso sucio,
comiendo todo lo nuestro,
cortando cada línea a la esperanza.
Pero sin eso, sin el pesar de los sesos,
yo seria una paloma saltando salvaje de la cabeza de los elefantes,
sacando pecho al vuelo,
estirando con los puños el aire y encogiendo mi dolor en el fondo.
No mucho mas que eso,
Seria.
Huequito de la pesca, pescaditos tontos, remera sopa, tres al hilo, y vos jugando a la mancha inconciente de tan feliz,
de tan inocente.
La humillación llegara, tranquilo, delinquir es narrar en el futuro.
No había más música que el retruco de tus insultos.
A tu vieja,
o a tu hermana lo mismo da-ba.
Sin embargo volvías y el timbre cantaba, la siesta llegaba y la fantasía empezaba,
entre trompadas de miedo los días se alargaban como una vida larga, si las hubiera.
Y ahora estas estando casi como siempre
sin advertir los cordones, y las cañitas mojarreras,
de escaleras yeta y la muerte bien muerta de un abuelito.
Todo chiquito,
tanto que no se ve,
abajo de la escalera, yo, solito, entre los paños negros del ritual, y unas ganas de correr por costumbre nomás,
por miedo quizás.
No me preocupaban sus ojos,
la vecina era ella,
esa vieja madre de muchos,
que me miraba desde la ventana, desde la vereda,
la vieja vecina que aun no muere
mirando con su varilla de árbol llorón en la derecha,
salpicando baba por los ojos,
rojos de sangre y mazamorra.